Raúl García Pérez y Alfonso Lázaro de la Fuente, los titiriteros acusados de un delito de «enaltecimiento del terrorismo», han asegurado en un comunicado que con la obra «no pretendían aleccionar a nadie y mucho menos a los niños» y que «no pretendían ofender a nadie con su espectáculo».
«Por eso advertimos al público antes de comenzar de que los personajes realizaban actos atroces y violentos. A las personas que decidieron quedarse y se sintieron ofendidas les pedimos disculpas pues esta nunca fue nuestra intención, como tampoco lo fue enaltecer el terrorismo, ni incitar a la violencia o al odio», han aclarado en un comunicado .
Además, han hecho hincapié en que sus opiniones no se corresponden necesariamente con lo que dicen sus títeres en las funciones. «Nosotros no somos todo lo que cada títere pueda decir o le pueda ocurrir en cada escena», han señalado.
En todo caso, aseguran sentirse «preocupados» por la reacción que ha suscitado la obra que representaban, cuya finalidad no era otra que «reflexionar sobre algunas situaciones que se dan hoy en día mediante «una historia de ficción que por desgracia tiene muchas similitudes con la realidad», según han indicado.
Por ello han esgrimido su derecho a la libertad de expresión y han argumentado que dicha libertad »permite decir las cosas que al de al lado no le gustan, o no le apetece oír, o incluso le horroriza escuchar» y han lamentado que «la experiencia difícil» de los últimos días, así como las «difamaciones» recibidas.
«Hemos sido difamados por algunos medios de comunicación mientras permanecíamos en prisión y ahora estamos sintiendo las heridas que han abierto en nuestros seres queridos», han criticado.