Joseba VIVANCO
Athletic

Perdió dos puntos en diez minutos y el crédito en tres

Un penalti tempranero, un robo de balón y un regalo malacitano no esconden otro partido de fútbol gris.

Pep Guardiola contaba que si en el transcurso del encuentro tu rival coge oxígeno por cualquier circunstancia, ya marque un gol con el que recorte distancias, o iguale el marcador cerca del descanso o final del duelo, o compruebes que se ha venido arriba y te obliga a retroceder, tus jugadores deben romper ese arreón, con posesiones largas y sin riesgo, o con pausas, enfriando el ritmo del partido durante unos cuantos minutos para no dar pie a que tras ese primer gol llegue otro casi seguido y echar por tierra el trabajo hecho. Juan Manuel Lillo, ‘libro’ de cabecera del técnico de Santpedor, advertía sobre una regla tan sencilla como que «cuanto más rápida va la pelota, antes vuelve». Y es, precisamente, lo que apuntaba uno y otro técnico lo que el Athletic no hizo en La Rosaleda con el 1-3 en el luminoso. No controlar la pelota y sorprendentemente rifarla, hacer el boca a boca al contrario, permitir que al soplo de aire que había tomada siguiera entrando a bocanadas. No matar el partido. En definitiva, que ningún rojiblanco tuvo la suficiente madurez para verlo venir y hacerse con el control de esos alocados minutos. En vez de eso, seguió perdiendo balones en ataque, acumuló pases erráticos y, como en el ajedrez, si pierdes la concentración un segundo estás muerto.

357 minutos les duró el comodín de la imbatibilidad a los de Kuko Ziganda hasta su derrota ante Las Palmas. Exactamente 131 segundos de encuentro fue lo que le duraron las intenciones con las que se fueron a Málaga. Aquello que dijo el entrenador navarro de «tenemos que intentar meterles las dudas en el cuerpo». Porque fue marcar el penalti a los tres minutos y ponerse sin rubor alguno a defender la renta parapetados en el balcón del área de Kepa.

El Athletic no dejó escapar dos puntos en los diez minutos finales, lo hizo desde ese mismo penalti a partir del cual renunció a jugar a nada. El Málaga se topó luego con Kepa y el Athletic con una rápida jugada aislada en el 1-2 y un regalo malacitano en el 1-3. Por lo demás, la defensa bilbaina fue un fiasco al que Laporte a punto estuvo de firmar su defunción sobre la bocina, la medular un páramo futbolístico como lo viene siendo mientras se alarga el ‘Expediente X’ de Beñat, Aduriz un náufrago en la Costa del Sol, y apenas sí se salva un inquieto Muniain al que solo Williams le sigue el rollo a ratos, un Córdoba que va dejando detalles y un portero para el que cada gol el sábado, como diría el gran Oliver Kahn, fue un insulto. El partido se lo dejaron empatar unos futbolistas que dilapidaron parte del crédito que la afición mantiene a pesar de su inestable juego, mientras que es responsabilidad del entrenador una nueva muestra de no saber, al menos desde fuera, a qué quiere jugar este Athletic.

Decíamos estos días que el mejor termómetro del momento del equipo es la grada, el entorno, el hincha. Y seguro que el sábado contó hasta diez antes de lanzar cualquier entendible exabrupto. Hay partidos que son un punto de inflexión para los equipos. Quizá este sea el de la ‘era Ziganda’. Lo veremos ante el Valencia en una semana y en dos ante el Sevilla. Porque se acabaron los comodines. Porque nadie espera ante el Zorya ucraniano nada que no sea ganar. Y porque nadie quiere dar por finalizado este proyecto postValverde antes de empezar. Lo escribió San José en su Twitter: «Aprender, reponerse, avanzar».

El banquillo no ha sido ningún revulsivo

Todavía está fresca en la retina la salida al campo del francés Loic Remy por parte de Las Palmas frente al nulo aporte que el salto al césped al unísono tuvieron Aduriz y Muniain ese día. Ante el Atlético, Carrasco pisó el verde y al poco firmó el 1-2, mientras que la entrada de Beñat y Williams, al mismo tiempo ambos, apenas dio alas a los leones. Ante el Málaga, ni Susaeta ni Raúl García mejoraron lo que había y su presencia apenas se notó, en tanto los malacitanos sacaron provecho en su arreón de la entrada del habilidoso Juanpi. Lo dicho, muchas rotaciones, pero Ziganda se ha quedado sin revulsivos en el banquillo.J.V.