Lecciones de libertad y cunetas de la dignidad
El Ayuntamiento de Iruñea recordará en una de sus calles a Maravillas Lamberto, asesinada a la edad de 14 años junto con su padre, por fascistas que llegaron al poder dando un golpe de estado contra la República y asesinando en nuestra tierra a 3.500 civiles. En ese barrio su nombre se hará cotidiano, conocerán su historia generaciones de niñas y niños inocentes como ella, nuestra florecica de Larraga.
La decisión del Ayuntamiento sobre el cambio de nombres en otras calles y plazas más céntricos de la capital, producto de una simbología franquista que debe ser desterrada en cumplimiento de la Ley foral de Memoria Histórica y de la Ley de Símbolos, no ha seguido el mismo criterio de reparación de la memoria de las víctimas del genocidio franquista. El rechazo generado ha llevado a que finalmente el Ayuntamiento haya optado por abrir un proceso participativo ciudadano. Desde aquí lo aplaudimos.
Sin embargo, el PSN ha presentado una moción en el último pleno municipal para que la plaza Conde de Rodezno se llame de la Libertad, moción que ha salido adelante con el apoyo de UPN y de una concejala de I-E. En nuestra asociación esta situación nos ha llevado a reflexionar sobre la libertad y la dignidad, la reparación, la justicia y la verdad.
Estos dos partidos han tenido 35 años para cambiar el nombre de esa plaza construida en el corazón de Pamplona como tributo a la mentira contada por los vencedores de la guerra civil, arte propagandista de la «Cruzada por Dios y por España». Han tenido 35 años también para acabar con otros símbolos del franquismo en calles y edificios, lo mismo cuando han ostentado responsabilidades en el gobierno foral donde se han alternado que en muchísimos ayuntamientos que fueron suyos.
Pero les ha faltado voluntad de contar la verdad, y ni siquiera han querido reparar públicamente pueblo por pueblo –salvo pocas y honrosas excepciones, como en el nuestro– la dignidad de esos miles de hombres y mujeres ejecutados y enterrados en fosas comunes por toda la geografía navarra.
Ante tal abandono interesado, solo los familiares nos anticipamos y fuimos sacando de aquellas cunetas de la dignidad –de la infamia para los verdugos– a nuestros seres queridos, y lo hicimos en cuanto murió el Sapo Iscariote, como lo denominara el poeta en el exilio León Felipe, con nuestros medios y de aquella manera. Funerales masivos fueron los de entonces, con una lápida recordando sus nombres en una sepultura compartida, los nombres de todos, incluidos los que nunca recuperaremos, como es el caso de Maravillas y su padre.
Ahora esos políticos «olvidadizos» nos dan lecciones de libertad vía moción municipal, y asunto zanjado, como cuando se pasó de la dictadura a la democracia sin hacernos justicia, pero canturreando aquel ignominioso himno de Jarcha que decía «Libertad, libertad sin ira libertad… y si no la hay, sin duda la habrá».
Parece que para UPN y PSN la libertad significa poner su nombre en una placa (cuando les toca estar en la oposición), pero si los catalanes la quieren conseguir democráticamente como pueblo, entonces vuelven a cerrar filas con el Partido Popular, por la España «una, grande y libre» que nos han impuesto desde aquellos tiempos oscuros de cuarteles y represión.
Pero la experiencia demuestra que la realidad siempre es terca cuando hay memoria. En el monumento franquista a los Caídos y su plaza, que intentan maquillar sin extirpar las verrugas, siguen enterrados los golpistas Mola y Sanjurjo, y se mantiene una capilla y una «sala de exposiciones municipal» que exhibe impúdicamente pinturas apologéticas de la cruzada terrorista.
Frente a esta persistente propaganda «oficial» del franquismo, nunca abandonada ni prohibida, nosotros hemos sufrido el olvido y el silencio impuesto a sus víctimas, olvido que llamaron «reconciliación» los trileros de la política, desde el camarada Isidoro a Víctor Manuel Arbeloa o Urralburu, mientras que por aquellos días y noches de la llamada «Transición» aprovechaba Jaime Ignacio del Burgo la ocasión y, dejándose caer por los pueblos, se afanaba en mantener unidas las estructuras locales de las fuerzas vivas del Régimen ordenando votar a la UCD. Eso fue la Transición, un cambio de chaquetas.
Triste e indigno papel el que han jugado estos dos partidos, tan parecidos cuando se trata de colaborar activamente en mantener la impunidad de los criminales, cuyo proyecto de España es el único relato histórico consentido, para mantener en la jefatura del Estado a la familia de los Borbones que el «Caudillo» dispuso como sucesores, para lo que Juan Carlos juró los Prinicipios Fundamentales del Movimiento.
Sin embargo, hoy soplan vientos de libertad –sin placas ni monumentos– que nacen de las cunetas de la dignidad rescatada a pico y pala para alumbrar nuestra memoria. Recordaremos siempre las palabras de uno de los últimos fusilados por Franco: «Mañana cuando yo muera, no me vengáis a llorar. Nunca estaré bajo tierra, soy viento de libertad» (Juan Paredes, Txiki).
(*) También firman el escrito los miembros de la misma asociación José Luis García Munárriz, Patxi El Río Tabar, Juan Vicente Lizarraga Lamberto y Pedro Ibáñez García.