Javier Orcajada del Castillo

Si vis «bellum» para bellum

El general prusiano, Carl von Clausewitz en su extensa obra literaria “Vom Kriege”, describe las características del buen militar. Explica que los conocimientos exigidos son profundos y diversos, pues son materias como matemáticas, geometría, física y otras ciencias. Pero, además, deben dominar las humanidades, historia de los países principales, redactar con fluidez, precisión y elegancia; dominar la retórica y poseer una amplia formación sociológica y filosófica. En el terreno de las facultades físicas se les exige tener una capacidad y resistencia excepcional para soportar sacrificios. Pero es en el aspecto psicológico en el que el militar debe ser superior a los civiles, pues tienen que cultivar virtudes como el valor, la solidaridad, la generosidad y la disposición sin límites ente el dolor; incluso sentirse feliz ante el peligro y dar la vida por la patria. Respecto al valor, lo define como el distintivo respecto a los civiles: éstos son insolidarios y sujetos a precio. Según Clausewitz es la capacidad de dominar el miedo, porque para el ser humano es elemento de defensa instintivo, pero que el soldado aprende a racionalizarlo, ya que el valiente nato tiene muchos rasgos de irracionalidad y son los que hacen perder las guerras. Junto al valor, la virtud complementaria es la decisión: está sobre los sentimientos, pues no tomarlas, por graves y arriesgadas que sean, llevan a la derrota Ante tantas virtudes que les hacen seres superiores a los débiles civiles, habría que ir de la retórica a la realidad. Es diferente y prosaica: son los que para ser armados y mantenidos se deben distraer fondos de otros destinos sociales que quedan sin cubrir. Son protagonistas de los golpes de estado que derrocan gobiernos elegidos democráticamente. Su formación intelectual, además de sesgada y jerárquica a costa de la libertad, es muy elemental, pues no son capaces de mantener un diálogo complejo sobre temas más allá de los del manejo de armamento, pues les enseñan a eludir la discusión con los civiles porque quedan sin argumentos. Sí son maestros del julepe y el dominó, que practican con asiduidad en la salas de banderas de los cuarteles. Además, alardean de aceptar la muerte gloriosa como lema de su excelsa misión, aunque en conflicto, son los civiles los que van al frente y los que caen, no los de carrera, que están en la retaguardia con sus mapas, estrategias bajo normas tradicionales de guerra, bien conocidas por el enemigo, pues sus jefes han estudiado las mismas ciencias militares. Por otra parte, es un axioma que las guerras las ganan los que más invierten en armamento y soldadesca, pues las estrategias son juegos teóricos que se enseñan en las academias militares, impracticables en la realidad.

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