Xabier Pérez Herrero

Solidaridad sí, por supuesto, pero cabeza fría y reflexión también

La llamada Doctrina de Shock, tan bien reflejada por Naomi Klein en su libro, será sin duda utilizada ahora por nuestros gobernantes neoliberales para ir ganando terreno en su particular lucha de clases. No es casualidad que Trump ganara las elecciones en EEUU, o que en media Europa accedan al poder gobernantes protofascistas y xenófobos. Es la tormenta perfecta, el caldo de cultivo idóneo, para que una población aterrorizada acepte o relativice recortes sociales o de libertades en aras de una supuesta «seguridad».

Mientras, los mismos gobernantes occidentales que ahora se rasgan las vestiduras, convocan minutos de silencio y claman contra el terror fundamentalista de corte religioso, seguirán armando por la puerta de atrás a esos mismos grupos en Siria para intentar derrocar a Al Assad, bajo el viejo lema kissingeriano de «los enemigos de mis enemigos son mis amigos». O aquel otro bastante más prosaico de «son unos hijos de puta... pero son nuestros hijos de puta» (Cordell Hull, secretario de Estado de Roosevelt, referido al dictador nicaragüense Somoza).

¿Habrá que recordar a estas alturas que el sustento moral, espiritual y hasta armado del llamado Ejército Islámico, ISIS y demás, procede de un país «amigo» de occidente como es Arabia Saudí? El apoyo al ISIS de la facción wahabita del Islam, hegemónico e en Arabia Saudí, tiene un claro componente de lucha por la preponderancia religiosa global frente al chií (Iran y otros) y utiliza el terror como método de expansión. Que ahora lo haga también en Europa no nos debería hacer olvidar que a diario lo hace en Siria, Libia, Irak, Yemen... y que ese es precisamente el motivo de que cientos de miles de personas huyan de allí.

La solidaridad con las personas y pueblos que lo padecen (Catalunya es mi segunda patria, tras Euskal Herria) no debe anularnos la capacidad de reflexión a quienes desde la izquierda «de verdad» sabemos qué se cuece con este tipo de terror indiscriminado a nivel mundial y sobre todo «quién» lo cuece y con qué oscuros intereses. Cuidado con despistarnos...

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