Xabier Pérez Herrero

Elecciones en Francia

Las elecciones de ayer en Francia constituyen un buen elemento para analizar el momento político y sus derivadas sociales. En primer lugar, porque confirman que el papel de los partidos socialistas europeos de hacer de mamporreros de la derecha cuando gobiernan (reformas laborales, recortes sociales...) les está llevando a la marginalidad política. En segundo lugar, porque la profunda desideologización en que está instalada una gran parte de la sociedad, provoca, sí, indignación y hasta lo que parecen ser revueltas sociales en momento puntuales y álgidos de la crisis, pero cuya posterior plasmación política acaba, como es el caso, en manos de «nuevos» ultraneoliberales «sin partido» (como si las bolsas y el particular IBEX de casa país no fueran el Partido por antonomasia), o lisa y llanamente en manos de xenófobos y neofascistas.
Cuando esto sucede (desideologización e indignación al mismo tiempo), el sueño de la razón política de la gente sencilla suele producir este tipo de monstruos. Y un monstruo enorme es que mucha de la misma gente que se movilizó masivamente en Francia contra la reforma laboral haya votado ahora a un Macron que no sólo la apoyó en su día, sino que se muestra partidario de endurecerla más («liberalizar las relaciones laborales» lo llama). O que haya votado a una Marine Le Pen que, más allá de sus evidentes tics neofascistas, xenófobos y de demagogia populista, es cualquier cosa menos antisistema en lo social. No nos engañemos ni nos hagamos trampas al solitario, la extrema derecha y su ascenso electoral le vienen de perlas al establishment para, amparándose en el miedo (shock), imponernos sus recetas de privatizaciones, desregulaciones y, en general, de destrucción del raquítico estado del bienestar que nos va quedando. El «todos con Macron» de la segunda vuelta será el «todos con los recortes sociales», por mor del miedo inducido por quienes después se aprovechan de él.

Está, sí, Melenchón, pero su digno resultado es, quizás, lo máximo a que puede aspirar la izquierda real en un momento líquido-gaseoso como el actual, en que el sistema neoliberal y sus mass media han logrado inculcar en una gran parte de la gente sencilla el «sálvese quien pueda» frente a la solidaridad de clase.

Decía no hace mucho el multimillonario Warren Buffet «esto es una guerra de clases y los ricos la estamos ganando». Y sí, en Francia ha ganado el clon neoliberal de Albert Rivera (ex-bancario pro-banqueros como él), con sus recetas de contrato único, privatizaciones masivas y demolición de la parte de «egalite-fraternite» que todavía pudiera quedar en el estado jacobino francés. Pero todos contentos de que el FN no gane finalmente ¿no?.

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