Nora FRANCO MADARIAGA
Opera

ABAO baja el telón de su temporada con merecidos aplausos

Termina la 65 temporada de ópera de ABAO-OLBE con Andrea Chénier, y lo hace con uno de los mejores títulos de la temporada: muy equilibrado, de alto nivel y bien construido, creando un equilibrio que confiere empaque, cuerpo y credibilidad a la obra, lo que le convierte en el causante del éxito de esta producción.

La acción transcurre en plena Revolución Francesa y tanto vestuario como escenografía encuadran perfectamente época y clima social. Un plano inclinado preside la escena, recurso del que se ha abusado, pero, en este caso, no cabe sino admitir que contribuye a ambientar la sensación de inestabilidad de esos tiempos tan convulsos y, sobre todo, favorece el movimiento de un amplio coro que fluye por la escena luciéndose en su canto –sobre todo las mujeres– y participando con complicidad y soltura.

En cuanto a los cantantes, el elenco muestra un altísimo nivel vocal, desde el papel protagonista hasta el último comprimario. Los barítonos bilbaínos Etxabe, Díaz y Latorre, aunque escondidos tras pelucas y escarapelas, destacaron por sus reconocibles voces, que cada día son más aplaudidas en los escenarios de ABAO. También muy bien el tenor Vas y el barítono Esteve. Resultó un poco más escasa de volumen la soprano Mireia Pintó, pero hizo alarde de una voz fresca y dúctil.

Se dio algún otro pequeño problema de equilibrio sonoro entre foso y escena por la densidad musical de algunas –bellísimas– partes orquestales, pero fueron rápidamente solucionadas por Ranzani, que hizo una fabulosa labor. La BOS, atentísima a las indicaciones del director, supo encontrar el balance adecuado entre los números orquestales, muy melódicos e incluso arrebatados, y los puramente vocales, en los que la orquesta llegaba a desaparecer por completo.

El cuarteto solista, por su parte, estuvo brillante en todo momento. Maravillosa la mezzo Zilio, con un registro grave espectacular. Y nada más se puede ya decir de Kunde y Pirozzi, una pareja habitual en este escenario y que no defrauda ni en vocalidad ni en interpretación. Quien sí merece mención aparte fue el barítono italiano Maestri, que debutó el dificilísimo rol de Gérard con profundidad, proyección y una expresividad que el público supo agradecer con sus aplausos.

Un final de temporada que deja con ganas de más.

Honi buruzko guztia: Opera