Joseba VIVANCO
LUCHA POR LA EUROPA LEAGUE

Séptimos por méritos propios

El Athletic se encomienda a su nuevo peor enemigo, el Barcelona de Neymar y sus lambrettas, para tratar de estar por cuarta temporada consecutiva en Europa. Y lo hace por méritos propios, por lo mal que jugó en el Calderón, sin olvidar las decepciones ante Leganés y Alavés.

ATLÉTICO 3

ATHLETIC 1

 

Uno se pone en lugar de la inocente joven que bracea mientras resuena la banda sonora de ‘‘Tiburón’’, o de Jodie Foster en ese sótano a oscuras en ‘‘El silencio de los corderos’’, o de Audrey Hepburn, ciega, en ‘‘Sola en la oscuridad’’. El maestro de la intriga y de la tensión Alfred Hitchock definía así ese climax: «Imagínese a un hombre sentado en el sofá favorito de su casa. Debajo tiene una bomba a punto de estallar. Él lo ignora, pero el público lo sabe. Esto es el suspense». El director de cine inglés se hubiera relamido con el final de infarto que dejó ayer al Athletic con un palmo de narices, con el propio Ernesto Valverde, como confesó luego, llegando a vestuarios con la victoria 2-1 del Celta sobre la Real en el minuto 90 y ducha, pero de agua fría, con el empate de los donostiarras en el 94. Ni el más pintado hubiera perpretado un final como al que asistimos este domingo, donde el Athletic terminó dependiendo de todos menos de él mismo, como repitió una y otra vez sin, visto lo visto a orillas del Manzanares, creérselo ni él. Tanto es así que ahora dependerá del Barcelona y su favoritismo para llevarse la Copa. Nada, por otra parte, que no se intuyera desde el mismo empate ante el Leganés, sino desde la derrota ante el Alavés, y donde los bilbainos sepultaron casi todas sus opciones de acabar quintos o sextos. Y acaban séptimos por méritos propios.

«Vamos todos con el Barça». Williams se agarró al clavo ardiendo nada más acabar la tragicomedia del Calderón y conocer que el Athletic tendrá que encomendarse a su nuevo mejor enemigo, el de Neymar y compañía, para poder aspirar a jugar la Europa League por cuarto año consecutivo. Aspirar porque de llevarse los culés la final copera con permiso del Alavés, los rojiblancos se las tendrán que ver antes, en dos rondas previas, con equipos quién sabe si de cuarta o quinta categoría en la primera y quizá algún ‘hueso’ caso del Girondins, PSV Eindhoven, Sparta Praga, Milan o Krasnodar, que entrarán en la tercera ronda, segunda que jugarían los leones. Pero cuenta de la lechera al margen, la decepción es mayúscula. Y lo es tanto porque ha sido el propio equipo el que ha dilapidado sus opciones de acceso directo a Europa en este tramo final de campaña, como por la imagen que ofreció en el Vicente Calderón. Imperdonable ir 2-0 abajo a los doce minutos, como imperdonable fue la vuelta de vestuarios ante el Leganés para dejarse empatar, o imperdonable no sentenciar el partido ante el Alavés en la primera mitad. Imperdonable y por tanto merecido séptimo puesto.

El Athletic fracasó de manera estrepitosa en su puesta en escena en la ‘final’ del Calderón. Es un hecho incontestable. Que ante todo un Atlético el partido se ponga empinado por culpa de una defensa de feria, justo una de las suertes que mejor nivel ha ofrecido esta temporada, dice mucho y malo de la imagen dada en un encuentro clave, decisivo, en el que a los leones jamás se les vio con posibilidades ni capacidad para sacar ni ese empate que le hubiera aupado a la sexta plaza. Nunca. El Atlético, mermado en defensa, inmerso en la despedida de su campo, jugándose menos que el Athletic, se limitó a aprovechar los regalos atrás de una zaga bilbaina sorprendida en el primer gol, a los 8 minutos, y abofeteada en el segundo, en el 11, en una contra de tres colchoneros para dos leones. Lo de que el Athletic dependía de sí mismo sonaba ya a esas alturas a broma de mal gusto. Sin Williams sobre el césped, con un indigesto revuelto en la medular a base de Iturraspe, San José y Beñat, el Athletic tiró de lo que ha hecho toda la campaña, el recurso más viejo de la historia del fútbol después del ‘patapúm p´lante’, el de los balones a la olla. Y eso ante una zaga como la del Atlético, huelga decir cuál fue el resultado.

La primera mitad se fue por el desagüe del bidé. Sin un solo remate visitante que pusiera en aprietos a Oblak. Baste un dato: en casa, el Athletic hace un gol cada 7,3 tiros; fuera, un gol cada 13,5 remates Al descanso ayer había firmado 10 disparos, de ellos 0 a puerta y 5 bloqueados por la defensa madrileña.

A vuelta de vestuarios Valverde dio salida a Williams, San José reinició el recital de centros al área con uno descorazonador, Laporte insufló aire con un testarazo arriba, pero la manta se estiraba tanto que Carrasco estuvo a punto de hacer el tercero. Como el que Griezmann evitó inocentemente que subiera al marcador en una jugada de Torres que sonrojó a la zaga bilbaina. Solo la irrupción de Muniain por dentro rompía el previsible juego del Athletic, y en un pase interior filtrado, De Marcos asistió a Williams para que hiciera el 2-1, un espejismo que Correa se encargaría de despejar con el tercero cerca del final. Para entonces, los transitores se adueñaron del banquillo de los leones, sobre todo cuando el Celta hizo el 2-1, el sexto puesto estaba en la mano y entre las yemas de los dedos se les fue con el empate realista en el 94.

Hoy volveremos a hablar de si es una fracaso o una decepción, pero la indiscutible realidad es que el Athletic puede estar todavía en competición europea por cuarta campaña consecutiva. Y eso no lo enborrona ni el empate ante el Leganés ni el petardazo ante el Atlético. Será cuando lo analicemos con perspectiva. Hoy, toca dejarnos llevar.

 

«Ahora es el momento de tomar decisiones. No es un final triste para mí»

Ernesto Valverde –el Cholo Simeone anunció que sigue un año más– se mantuvo en sus trece y no se sabe cuando comunicará lo se supone que tenga que comunicar. Que se va, algo que se sigue demorando sin demasiadas razones. Lo máximo que dijo ayer es que «ahora es el momento de tomar decisiones y no diré en esta rueda de prensa si me voy». Será en otra, o lo comunicará el gabinete de prensa en un escueto comunicado, y lo que tampoco sabemos es si será entre semana o si esperará a que el Barcelona haga los deberes ante el Alavés y sepa si el equipo aspirará a estar en Europa. Lo que no tiene discusión es que el final de Liga le llega a Txingurri con las peores sensaciones tras la decepción en el Calderón, que no en lo que a temporada se refiere, porque como defendió «hemos estado peleando hasta el final» y el séptimo puesto es peor que el sexto, pero, dijo, mejor que el octavo o noveno «que no estarán pendientes de la final de Copa». Respecto a la derrota, vio clave esos dos goles tan tempraneros –ni una crítica a su defensa– como la falta de definición de su equipo después y los riesgos de irse hacia adelante que el Atlético terminó de aprovechar. Al final, séptimos. «Hemos peleado hasta el final, nos hemos descabalgado en las tres jornasdas últimas, no hemos sido capaces de sumar puntos y estamos a expensas de una semana. Para mí no es un final triste y no hay que poner nota a la temporada hasta que concluya la final de Copa», manifestó.J.V.

 

De Marcos le da un «7 o un 8» a la temporada

Óscar de Marcos dijo que lo sucedido ayer «son cosas del fútbol», y defendió que se van «con la cabeza alta por el año que ha hecho el equipo. No es nada fácil, hay que valorarlo y a mí me hace sentirme orgulloso de mis compañeros. Le da un «7 o un 8» de nota a la temporada.

 

Muniain se toma a bien tener que jugar dos previas

Iker Muniain, que habló de una temporada «buenísima», reconoció que «podía pasar» el acabar séptimos y «ha sucedido, es lo que hay». Dijo sentir «rabia» y sobre la posibilidad de jugar dos previas en verano si gana la Copa el Barcelona, se despachó con un «lo bonito del fútbol es jugar partidos»