Koldo LANDALUZE

«ENEKO ARITZA. EL PRIMER REY VASCÓN»

«Eneko Aritza. El primer rey vascón» (Nabarralde) es un cómic guionizado por Angel Rekalde y el ilustrador Joseba Larratxe «Josevisky». Un proyecto que, según sus autores «ha sido largo e intenso, con periodos de distancia y maduración».

La Fundación Nabarralde ha respaldado una muy interesante y saludable iniciativa, el cómic “Eneko Aritza. Primer rey vascón». El guionista Angel Rekalde y el dibujante Joseba Larratxe Josevisky ejercen de guías a través de este obligado viaje al pasado cuyo punto de partida lo encontramos en los motivos que originaron este recorrido en tinta y papel. Angel Rekalde explica que todo «surge de una colaboración entre Joseba Larratxe y yo, a partir de una conversación en torno a la fuerza de comunicación que tiene el formato cómic, en estos tiempos del imperio de la imagen y su dominio sobre la letra escrita. Empezamos con una idea, la fuimos concretando, y al final se centró en la figura histórica de un personaje emblemático como Eneko, con varias historias alrededor, y que representa el origen de la independencia vasca, la fundación del reino de Pamplona –luego Navarra–. Una cosa lleva a la otra, y Josevisky aportó, no solo su capacidad creativa, como artista del dibujo, sino la parte técnica de elegir el mejor formato, el tamaño, el ritmo narrativo, las viñetas más expresivas en las que topamos con guiños a “El Grito” de Munch, la caricatura de Anzar o Roldán o “La Piedad” de Miguel Angel. La parte gráfica es más discutible, mucho más difícil, y han ayudado algunas recreaciones recientes de películas sobre el ejército franco, pero también pintores como Ziga (‘Batzarre’), o el sarcófago de Carlomagno que reproduce la destrucción de las murallas de Pamplona. Este bajorrelieve, por ejemplo, es una joya que muestra las murallas asediadas, con soldados defendiéndolas, con sus armas y todo».

En cuanto a lo que ha supuesto para el dibujante Joseba Larratxe embarcarse en un proyecto de estas características, este nos revela que «por una parte, ha supuesto para mí la oportunidad de intentar aportar algo al imaginario independentista, y por otra, la ocasión de experimentar con la edición de un cómic. Y es que esa fue una de mis exigencias al comenzar a trabajar con Angel: no solo quería asumir el papel de dibujante, el diseño, formato y acabado del producto también quedarían a mi cargo». Uno de los elementos a tener en consideración cuando se aborda un proyecto de estas características es la necesidad de documentarse narrativa y artísticamente. En relación a las fuentes históricas, Rekalde revela que «digamos que la cosa se complica cuando tienes que documentar los hechos históricos, pero también debes justificar la parte gráfica; es decir, cómo vestían los francos, los vascones, qué tipo de viviendas se levantaban en aquellos tiempos, qué tipo de armas usaban, qué aspecto tenía Carlomagno… La parte histórica, digamos política, tiene sus fuentes, que van desde la “Chanson de Roland” o los escritos de Eginardo y otros monjes de la época, hasta las crónicas musulmanas. Nabarralde lleva bastantes años trabajando este capítulo».

Superada la primera etapa del viaje topamos con la propia realidad que evoca el protagonista de este cómic y que se traduce en dos cuestiones, quién fue Eneko Aritza y cuánto de leyenda hay a su alrededor. Rekalde explica que «Eneko Aritza, como bien indica el subtítulo del cómic, fue el primer rey de los vascones. Como personaje histórico es lejano, y hay pocos datos biográficos, al menos tal y como lo entendemos hoy –que nos hemos acostumbrado al género de ‘historias de vida’–. Sin embargo, desde el punto de vista histórico, no tanto personal, hay abundantes datos de su tiempo. La secuencia, en lo que atañe históricamente a nuestros antepasados, es conocida; el ejército franco hace la guerra al Ducado de Vasconia –que llegaba desde el Garona hasta prácticamente el Ebro–, derrota –y mata– a Waifre, el duque, y las familias vascón-aquitanas se refugian en la montaña y al sur de los Pirineos. Diez años después, en la expedición de Carlomagno a tomar Zaragoza, fracasada, a la vuelta el ejército franco destruye Iruñea, y las tropas vasconas –reforzadas con esas familias aquitanas– le esperan en Orreaga –778–, apenas dos días después, donde le derrotan. El enfrentamiento de Roncesvalles se repite por lo menos en otras dos ocasiones; y en la tercera, ya bajo de dirección de Eneko Aritza –824–, asentado el dominio vascón sobre su propio territorio pirenaico, este declara independiente la ciudad, Pamplona. Alrededor de esta se organiza el reino, y con los siglos esa independencia se materializa en un Estado que llegó, con matices, hasta la derrota carlista –1841–. Son muchos siglos de existencia, que empezó con aquella batallas de Orreaga. Hay más claves, muy interesantes, como es la alianza de las distintas familias vasconas –los Jimeno, los Iñigo…–; o la colaboración de otra familia, los Banu Casi, musulmanes, asentados en la Ribera y el Ebro, aliados del califa de Córdoba, y vinculados a Eneko Aritza por parentesco de sangre. Musa Ibn Musa era hermanastro de Eneko, ambos hijos de Oneka, mujer vascona del linaje de los Jimeno. ¿Cuánto hay de mito? Es difícil decirlo; quizás lo que ve nuestra mirada anacrónica; en efecto, Eneko Aritza es el fundador de un reino; pero seguro que él no lo veía así; se vería sobreviviendo, apagando fuegos en medio de un torbellino de amenazas y peligros».

Guerrero y líder

Todo este caudal de información deriva hacia el riesgo y atractivo que supone para los creadores plasmar sobre el papel los rasgos y conducta del protagonista. Desde la perspectiva artística, el dibujante señala que «dado que el cómic se centra en las batallas protagonizadas por Eneko Aritza y los vascones, eso fue lo que intenté recrear con el diseño del protagonista: un guerrero, rudo pero con el suficiente carisma como para liderar a todo un pueblo. Otro requisito del diseño era que el personaje fuera reconocible en sus distintas etapas vitales: de niño, como guerrero y finalmente como rey. De ahí la forma de dibujar el peinado y el corte en la oreja».

Por su parte, el guionista añade que «no sé si el cómic, o al menos un cómic tan cargado de elementos históricos –y tan poco biográficos–, da pie a un desarrollo sicológico del personaje. Pienso que ese componente narrativo queda sustituido por la fuerza del dibujo; es decir, lo entiendo como un guerrero de su tiempo, o sea, un personaje duro, fuerte, hecho al mando y acostumbrado al gobierno en época de guerra y sacrificios. Sin embargo es natural que fuera sagaz –para vencer en la montaña, el terreno que le era propicio–; un líder para los suyos; supo unir a los vascones; hábil, para negociar con distintas familias y recibir su apoyo; un tanto maquiavélico, para fundar un poder político en medio de poderes tan imperiales como el imperio carolingio al norte y el califato al sur; y a la vez, no obstante, un hombre de familia, porque el eje de sus alianzas es la familia, en la que su madre Oneka ejerce un papel evidente y decisivo. En resumen, me imagino a Eneko Aritza como un guerrero duro y un hombre familiar al mismo tiempo. Hay elementos para un buen personaje narrativo, pero yo diría que no lo hemos desarrollado. Opino que este aspecto del relato ha quedado resumido en su aspecto de guerrero y hombre duro, que le confiere el dibujo de Josevisky.».

A modo de epílogo para esta ruta a través de nuestra historia, reconocen el gran esfuerzo que ha requerido semejante empresa y lanzando una breve mirada al inicio de esta aventura, Larratxe recuerda que «el proyecto comenzó con la idea de un pequeño panfleto y ha crecido hasta convertirse en un cómic corto, que tiene mucho más trabajo de lo que indica su nombre. Puede que en ese crecimiento influyeran los bocetos que le pasaba a Angel. Considero que, con esos bocetos, Angel entendió mejor el potencial del cómic como lenguaje y empezó a añadir más escenas y viñetas al guion. Lo que le tengo que agradecer es la total confianza y libertad que me ha brindado en la faceta estética del cómic». 

Finalmente, el propio Rekalde completa esta respuesta subrayando que «ha sido largo e intenso, con períodos de distancia y maduración, casi de parón y olvido, y otros de gran intensidad. Pero hay que matizar que es una colaboración bastante desigual; hemos trabajado en distinto plano. Mi sensación ha sido la de que nos hemos reunido, hablábamos, manteníamos muchas tormentas de ideas… y luego Josevisky sacaba, no sé si de esas conversaciones o de dónde, su genio creativo. Es un dibujante muy ágil, con mucha habilidad, versatilidad, agilidad, para convertir en algo gráfico una ocurrencia. Y así de cada conversación luego venía el resultado y me sorprendía. He visto el proceso y me ha sorprendido de continuo… Hasta llegar al resultado final, minucioso, claro, entretenido, un goce. Pero eso es obra suya, resultado de su gran capacidad artística».