Joseba VIVANCO
LA FILOSOFÍA DEL ATHLETIC, OTRA VEZ EN DEBATE

La filosofía deportiva del chicle

El sin confirmar fichaje para la cantera de Lezama de un jugador de 18 años que llegó a Euskal Herria desde Catalunya hace dos, ha reabierto el inacabado debate sobre la filosofía deportiva del Athletic. Una doctrina que se mantiene como biblia del club pero a la vez maleable según los momentos de la historia y necesidades de quienes dirigen la entidad.

El Athletic Club está radicado en Bilbao, provincia de Bizkaia (País Vasco). Nuestra filosofía deportiva se rige por el principio que determina que pueden jugar en sus filas los jugadores que se han hecho en la propia cantera y los formados en clubes de Euskal Herria, que engloba las siguientes demarcaciones territoriales: Bizkaia, Gipuzkoa, Araba, Nafarroa, Lapurdi, Zuberoa y Nafarroa Behera, así como, por supuesto, los jugadores y jugadoras que hayan nacido en alguna de ellas».

Con este, cada vez más interpretable, particular Código de Hammurabi en rojo y blanco, el Athletic se ha perpetuado como un club singular en todo el mundo durante buena parte de sus más de cien años de historia. Del mismo modo que la Iglesia católica ha pervivido contra viento y marea por más de dos mil años, reinterpretando a su antojo sus propios libros sagrados según el periodo de la historia y sus particulares intereses, el Athletic ha moldeado su singular filosofía deportiva en base a sus necesidades, o, para ser más exactos, a las necesidades de sus dirigentes, deportivos y administrativos.

El oficioso fichaje por el Basconia de un joven chaval de 19 años, cuyo origen africano o catalán es lo de menos, ha reabierto la Caja de Pandora y de la misma manera que se reabre, se cerrará en falso. Probablemente porque al fin y al cabo no hay un interés de peso para traspasar el debate dialéctico de incalculables consecuencias. Lo que no impide, por aportar una enésima visión más, poner algunos puntos sobre las íes.

El futbolista en cuestión, que ha estado a prueba este año en Lezama, llegó hace dos, con 16, a Nafarroa, y ahora con 18 puede recalar en la cantera bilbaina. ¿Cumple con la filosofía deportiva recogida por escrito por el club; se trata de un jugador formado en suelo vasco? Cabría decir que de la misma manera que se captó en su día a Aymeric Laporte, aunque con matices. Uno, que al francés le ‘acercó’ el Athletic a una de sus entidades convenidas en Ipar Euskal Herria con 14 años y de ahí a Lezama hasta su debut con 18; por contra, este joven de origen africano ha venido a Euskal Herria de la mano de un representante, la misma agencia que lleva, por ejemplo, a Iñaki Williams.

Por cierto. ¡Ojo! Que el caso de este chaval Youssuf Diarra, que así se llama, no facilite la apertura de una gatera por la que agentes de jugadores introduzcan a sus futbolistas en Lezama, que estos representantes ‘pinchan’ y mucho en la cantera rojiblanca, con la connivencia, incluso, de personas ligadas al propio organigrama de Lezama. Otro de esos melones que nadie quiere abrir. Otro más.

Otra diferencia nada baladí es la edad de captación. Para la UEFA, un canterano del propio club será todo futbolista que haya participado en un mínimo de tres temporadas con el mismo entre los 15 y los 21 años. Es decir, que en base a esta definición ni Laporte ni el joven Diarra tienen problema alguno para ser consideradores aptos para jugar en el primer equipo del Athletic, porque no nos engañemos, la filosofía deportiva del club se refiere al primer equipo.

En este fútbol globalizado, cada vez más mercantilizado y huérfano de valores, el Athletic insiste en enarbolar un oasis de esperanza, y solo hay que escuchar a su actual presidente Josu Urrutia, lo más reciente su exposición pública esta semana en un foro económico internacional sobre inversión responsable. El sentido de pertenencia, los intagibles, los valores, el compromiso. La filosofía. Y esta última puede extenderse tanto como un chicle. A gusto del dirigente. De este y de los anteriores.

Del mismo modo que en su día no se fichó a Miguel Jones o Chus Pereda por las razones que fueran y hoy hasta estén desfasadas; del mismo modo que nadie sabe si Marcos Asensio –con sangre vizcaina– se ajusta o no al libreto y sí Enric Saborit –de madre residente en Gasteiz–; o por qué Laporte entra en la supuesta filosofía lo mismo que un alevín del Comillas riojano que entrena un par de días en Oion, y al tal Diarra se le cuestiona... El asunto es que nadie abre el melón. El propio Javi Clemente defendía estos días incluso la opción de abrirse al mercado sudamericano, a jugadores con orígenes vascos, y ni siquiera con ocho apellidos como el actor Dani Rovira. Es una opinión más, y no nueva.

El problema de este debate cansino por inacabado no es que periodistas o aficionados opinen, el problema es que ni siquiera los socios, a la postre los verdaderos dueños del club, deciden. ¿En alguna asamblea general se ha votado alguna propuesta relativa a la filosofía deportiva? ¿Se ha opinado alguna vez sobre si se asume la definición de canterano de la UEFA como buena o si se acepta pulpo como animal de compañía? ¿Se ha entrado alguna vez por parte de los socios a definir quién puede y no puede jugar en el Athletic, por origen, formación... nivel de compromiso, que diría el presidente Urrutia?

La contestación es no. Mientras tanto, sirve lo mismo para un roto que para un descosido la respuesta que el propio José Mari Amorrotu daba al hilo del controvertido, en su día, fichaje del catalán Enric Saborit: «El planteamiento no es puro, aunque se puede defender como válido». Es decir, yo me lo guiso, yo me lo como. Y si hace falta, Josu Urrutia puede comprarle a Arnaldo Otegi su reciente aserto de que «vascos y vascas son todas aquellas pesonas que viven y trabajan en Euskal Herria». Y ahí donde dice trabajan, pongan juegan. Todo sea por la filosofía deportiva del Athletic. O por estirar el chicle. O, quién sabe si mejor no tocar nada y alejar el vademecum rojiblanco de cualquier VAR, no vayamos a abrir esta Caja de Pandora rojiblanca que ¿realmente hay interés serio de abrirla? Lo dudo. Mejor dejar hacer, dejar pasar...