GARA
SESTAO

Rocambolesca acción de un armador para apropiarse de un buque de La Naval

El armador holandés Tideway/Deme intentó en la medianoche del miércoles llevarse «a la fuerza» el cablero que construye La Naval y que, según desveló el comité de empresa, «no está todavía entregado ni cobrado». Dirección y representantes de los trabajadores emprenden acciones contra él «por los posibles daños causados». Por la tarde, una marcha de Sestao a Santurtzi reivindicó soluciones para el emblemático astillero sestaoarra.

El armador del cablero ‘‘Living Stone’’ que se está construyendo en La Naval, empresa en preconcurso de acreedores, intentó llevárselo la noche del miércoles, lo que fue impedido por los trabajadores. El buque, que el astillero sestaoarra construye para la compañía holandesa Tideway, filial del grupo belga Deme, fue botado en setiembre de 2016 y todavía necesita de seis a siete meses para su conclusión.

El ‘‘Living Stone’’ es el barco de sus características más avanzado del mundo, según los expertos, con capacidad también para hacer zanjas en el lecho marino. Se dedicará al sector de energía eólica off shore. Está equipado con dos carreteles bajo cubierta de 5.000 toneladas de capacidad de cable. Ambos carreteles tienen capacidad para transportar más de 200 kilómetros de cable que podrán instalar en una sola singladura.

El comité de empresa denunció a través de un comunicado que, sobre las 23.30 del miércoles, los vigilantes advirtieron la presencia en el barco de un grupo de personas que estaban quitando las escalas y cortando las estachas que lo sujetan con una radial. Los guardias alertaron a la representación sindical que llamó al director, jefe de personal y Ertzaintza, que unos quince minutos después se personaron junto a un grupo de trabajadores.

Las mismas fuentes señalaron que al llegar al lugar en el que está el cablero se encontraron con seis tripulantes en su interior, el armador en el muelle y solo «faltaba soltar un cable» para que se lo llevaran. La Ertzaintza ordenó a los tripulantes que se encontraban a bordo del cablero parar y bajar del buque, para lo que se tuvo que emplear una grúa. La Policía autonómica ha abierto diligencias.

El comité desveló que desde el miércoles se encontraban en Zierbena dos remolcadores de bandera belga «con propósito de llevarse un barco». Los representantes de los trabajadores están estudiando si se suman a la denuncia presentada por la dirección contra el armador o si interponen una propia.

«Numerosos daños»

Aseguraron que el barco ha sufrido «numerosos daños» durante el suceso, que calificaron de «gravísimo» porque «ha puesto en serio peligro la seguridad y salud» de los operarios, así como el tráfico marítimo de la Ría. En su opinión, el armador, además de poner en «serio peligro» la seguridad de los trabajadores que llevó y del astillero, «podría estar contribuyendo a un empeoramiento económico de La Naval».

Creen que la «disparatada decisión» del armador podría deberse al temor a que el concurso de acreedores al que la empresa se dirige pueda inmovilizar el buque. Por este motivo, la compañía holandesa habría decidido llevarse el cablero, y dado que aún le quedan unos 6 meses de trabajo para estar terminado, lo más probable es que su intención fuera llevárselo para terminarlo en otra parte.

La dirección había propuesto al comité terminar el barco fuera del astillero a cambio de abonar los salarios de la plantilla hasta finales de diciembre y complementar la prestación de desempleo hasta el 100% durante el ERE de suspensión temporal que se ha planteado.

Marcha de Sestao a Santurtzi

Los trabajadores, que se manifestaron ayer a la tarde desde Sestao a Santurtzi, exigieron una mesa de negociación entre gobiernos y sindicatos para abordar un plan industrial que garantice la viabilidad del astillero y del sector.

Centenares de personas secundaron la marcha, a la que asistió una amplia representación institucional, política y sindical. Una vez en Santurtzi, entre consignas de «La Naval ez itxi», «Ayer Euskalduna, hoy La Naval», «Gobierno Vasco mójate» y «Gobierno Vasco y central negociación», defendieron que no son «un astillero obsoleto, sino todo lo contrario». Recordaron que, tras la privatización hace diez años, SEPI «se compro- metió a diseñar un proyecto que garantizase los derechos de los trabajadores y la viabilidad de los proyectos industriales que no se han cumplido», por lo que «tiene una responsabilidad sobre el futuro».

«Queremos un plan que garantice la viabilidad y el futuro de La Naval», insistieron, para advertir de que «el experimento inversor de la venta a distintos accionistas ya la hemos vivido durante estos diez años y hemos visto cómo se han cerrado otros astilleros, mientras que la Naval está en el abismo del cierre».

«Algunos esperan la llegada de algún inversor, que no se sabe qué puede pretender hacer con el astillero, sus instalaciones y sus trabajadores. ¿Alguien sabe de algún inversor que quiera perder dinero? ¿Cuánto tiempo duraría y qué haría después con el astillero? Necesitamos gestores que entiendan más de construir buques que de concursos de acreedores y fondos buitre», añadieron.

Reiteraron que «La Naval tiene futuro» y que «hay un mercado naval, europeo y mundo donde poder competir», pero dijeron que necesitan «de la participación y el apoyo de las instituciones vascas y española, si queremos que siga abierta».

«2.000 trabajadores y sus familias comen del astillero entre plantilla fija e industria auxiliar, aparte del sector servicios, y proveedores», remarcaron, para recordar que para Ezkerraldea «supone una fuente de riqueza social y económica que todos debemos de potenciar», porque, de lo contrario, «el paro y el empobrecimiento será el futuro que nos espera». Por ello, llamaron a la unidad en el objetivo de lograr que el último «gran bastión» de la comarca «que genera empleo y riqueza social siga botando en sus gradas buques, como fuente de empleo y futuro para nuevas generaciones».