Julen Mendoza
Alcalde de Errenteria

Caerse está permitido, levantarse es obligatorio (II)

Las últimas elecciones parecen haber dejado en las bases de EH Bildu una sensación de incomprensión de lo ocurrido. Muchas personas habíamos entendido que la ilusión, aunque cauta y tímida, había vuelto a despertar; que algunos cambios que necesitaba EH Bildu se empezaban a acometer; y que esta campaña había sido diferente, con un nuevo discurso, más apegado a la realidad de la sociedad.

Y ahora, existe el riesgo de pensar que todo aquello que entendíamos positivo, no es tal, o lo que es peor, que ya no se sabe ni hacia donde ni sobre qué bases tenemos que caminar. Esto es lo que me lleva a escribir este artículo, que no deja de ser la continuidad de otro publicado en GARA con el mismo título el 21 de junio de este año.

Quizás el error se encuentre en pensar que las decisiones que adoptamos van a tener resultados a corto plazo, sin ser conscientes que las lógicas que han cambiado en la sociedad son mucho más profundas. Quizás el error se encuentre en no ser conscientes de que lo que sentíamos se quedaba en un nivel muy interno de EH Bildu, ahora bien, necesario en todo caso para afrontar otros niveles de la realidad de la sociedad. Quizás se ha podido cometer el error de no entender que de la misma manera que no han sido inmediatas las consecuencias negativas de las «no decisiones» de EH Bildu en años anteriores, tampoco lo serán las consecuencias positivas de las decisiones adoptadas en los últimos tiempos. Pero muy probablemente, el mayor error radica en confundir lo que es la táctica con lo que es la estrategia, porque aquello que estratégicamente se encuentra bien direccionado, y que es acompañado con acertadas decisiones tácticas, no depende de los vaivenes electorales, sino de la convicción de que a largo plazo es una estrategia ganadora.

Corremos el riesgo de pretender direccionar este país sobre la base de las citas electorales. Nadie niega la importancia que tienen estas citas, porque éstas son las que mejor demuestran cuál es el estado anímico y político de una sociedad que se quiere direccionar hacia la transformación. Pero de verdad lo que ahora está en juego no es la posición política y electoral de la marca EH Bildu, sino el proyecto político que este país, como sujeto, ha de tener.

Lo que está en juego es el proyecto de país, y en definitiva, la estrategia. Porque este proyecto de país que aún hoy queremos seguir manteniendo, nace de los años 60, de una auto-proclamación de la identidad, de una explosión cultural vasca que tuvo su expresión en Ez dok Amairu o el Rock Radical Vasco, de la creación de las ikastolas, de los euskaltegis, de las gau eskolak, de Kontseilua, de medios de comunicación locales y populares, de sindicatos ligados al marco laboral vasco... de eso y mucho más. Solo hace falta mirar atrás para ser conscientes de todo lo que ha dado este pueblo y sus gentes; de todo lo que ha sufrido y llorado, sí, pero también de todo lo que ha reído, cantado y construido.

Sin renunciar a nada de lo construido, se ha de señalar que esta fase histórica que ha durado más de 50 años se encuentra agotada, y ha de ser reinventada si queremos no echar a perder todo lo construido hasta la fecha. Nos toca abrir una nueva fase histórica, y se ha de hacer sobre unas nuevas bases, siendo conscientes que es el conjunto del país, todas sus gentes, con toda su diversidad, las que han de emprender ese camino. Debemos acertar en el horizonte, en la estrategia a largo plazo, y responder a tiempos generacionales y no electorales. Y si hablamos de un proyecto de país, son sus gentes quienes han de dibujar esa nueva fase histórica de construcción, es el conjunto de la ciudadanía y sus agentes sociales quienes han de acometer una reflexión de calado.

Las condiciones para abrir una nueva fase se encuentran dadas en Euskal Herria. Las elecciones del 20D y estas últimas demuestran que si bien los resultados de EH Bildu no han sido buenos, los resultados en el conjunto de Euskal Herria dibujan un sentido colectivo propio, diferenciado, que demanda un cambio ante el Estado en todos sus términos. Pero es que incluso, los resultados de las últimas elecciones ahondan todavía más si cabe en ese sentimiento, y reafirman, con absoluta claridad, que en la sociedad vasca se esta tomando consciencia de que en el Estado no existen condiciones para el cambio, pero que por el contrario sí existen en Euskal Herria. Se dan por tanto, las condiciones subjetivas y objetivas para afrontar la construcción de una nueva fase histórica.

Y es ahí donde se ha de situar la labor de EH Bildu. EH Bildu no puede ser el objetivo en sí mismo, sino que ha de ser el instrumento que ayuda a generar las condiciones tanto subjetivas como objetivas para la consecución de esa nueva estrategia. EH Bildu ha de observar a la sociedad en todo su conjunto, entenderla, y desde ahí, intentar transformarla. Porque la estrategia requiere de inteligencia, pero la táctica de observación. Y toca observar a una sociedad que solo se transformará cuando sus grandes capas sociales, la mayoría de su ciudadanía, decida hacerlo. No habrá proceso si éste no se lleva a cabo por las mayorías sociales y populares de este país.

Nos encontramos ante una situación donde el desánimo esta muy ligado a no saber qué más podemos hacer para cambiar la situación. Y muy probablemente la respuesta se encuentra en que cuando ya no somos capaces de cambiar la situación quizás nos enfrentamos al reto de cambiarnos a nosotras y a nosotros mismos. Si hace falta una estrategia del conjunto del país, también EH Bildu ha de incorporar en su seno la diversidad de ese país. Si queremos ser poliédricos, llegar a la gente, incorporar a nuestras filas militantes a nuevos sectores, debemos generar las condiciones para que eso ocurra, para que esos nuevos sectores se encuentren cómodos y atraídos por un movimiento que se muestra diverso, inclusivo, y no arrastrado por viejos esquemas de partido. Y eso no significa renunciar a lo que somos, sino que significa construir sobre lo que somos lo que podemos llegar a ser.

EH Bildu ya ha iniciado ese camino, que en todo caso no es nada fácil. Nos enfrentamos al más difícil de los retos, que es cambiarse a uno mismo. A asumir que nada de lo que fue volverá de nuevo a ser, que no podemos construir el futuro sobre la nostalgia, y que ese futuro será construido sobre unas nuevas lógicas, bases y paradigmas. Ese camino se está emprendiendo, y ya se hace notar en la militancia de EH Bildu.

Ahora bien, una vez terminada esa fase toca hablarle al país, y se habrá de entender que no podemos hablarle al país de la misma manera que a nuestro núcleo social, y se habrá de entender también que esa es una contradicción que se habrá de gestionar, sin complejos y con ambición.

Marquemos la estrategia de país, el camino por el que debemos transitar, acompañemos esa estrategia con correctas decisiones tácticas en EH Bildu, y demos tiempo y paciencia a la nueva fase histórica que se abre.

Bilatu