Asier Muñoz

Mucho lazo y poca política sanitaria

El 19 de octubre se celebra el Día del Cáncer de Mama, con todos esos lazos rosas que pueblan nuestras calles, y no esta mal recordar los muchos daños que ha causado la mala información y el poco rigor de muchas de las campañas realizadas por esta causa.

El ejemplo paradigmático de estas campañas es la de la autoexploración de mamas para la detección de tumores. Obviamente, esta campaña como otras muchas, fue una política sanitaria que se impulsó con toda la buena voluntad del mundo. Sin embargo, la ciencia y las estadísticas han demostrado que ha servido para muy poco, es mas, en realidad, ha hecho mas mal que bien.

Esta técnica produce un número muy elevado de falsos positivos con un aumento desmesurado de la demanda sanitaria injustificada. Básicamente el tejido mamario es muy cambiante y la mujer poco conocedora de diagnóstico diferencial entre sucesos anómalos malignos y cambios normales. Además, es una técnica de muy baja sensibilidad, lo que produce que un número muy importante de carcinomas no sean detectados. A pesar que esto es de sobra conocido, muchos profesionales sanitarios y asociaciones siguen recomendado esta técnica como adecuada a pesar de que las estadísticas y la ciencia nos digan tozudamente que están equivocados.

Lo peor de todo es que, de forma paralela, se produce una falsa seguridad tanto en mujeres como en profesionales que hace que no se presione para buscar medidas ya conocidas y mucho mas eficaces. Medidas que deberíamos reclamar con gran ahínco a nuestros «pensadores» del sistema sanitario. Políticas de verdad contra el cáncer, diseñadas por los gestores e implementadas por toda la sociedad. Y si, me refiero a toda la sociedad, esa que incluye también a los/las migrantes quienes, desde que el Partido Popular aprobara el RD 16/2012, no parecen contar como personas sujetas a derechos de salud pública.

Políticas en realidad muy sencillas y eficaces como las revisiones ginecológicas periódicas y sistemáticas (en lugar de aplazarlas o alargar el tiempo entre revisiones que hizo Esperanza Aguirre en Madrid). Políticas contra el consumo de alimentos procesados que usen grasas trans, contra alimentos y bebidas sobreazucaradas o que presenten azúcar añadido en sus productos. También políticas reales y efectivas contra la polución ambiental y contra la contaminación de acuíferos. Incluso, yendo mucho más allá, políticas públicas activas y eficaces contra el sedentarismo y el estrés laboral. Al menos políticas sanitarias comunitarias que salgan del titular y el folleto y sirvan de verdad en el día a día. Algo que ya se pensó hace casi cuarenta años en Almá-Atá.

Pero claro, eso supondría ser honestos con nuestra profesión y supondría realizar ese esfuerzo enorme caminar contra la corriente publicista y subvencionada de nuestra administración y de quienes viven de la subvención pública y farmacéutica, como tantas asociaciones contra el cáncer. Al final, como siempre, el derecho a la sanidad y a la vida es política pura. Aplicar este derecho o ser consentidores pasivos sigue siendo participar políticamente de este juego donde unos ganan, sobre todo dinero, y otros pierden, sobre todo salud.

Que sigan berreando los apolíticos

Bilatu