Javier Orcajada del Castillo

El cinismo de los bribones necios

No cabe duda que ser cínico tiene ventajas, pero para ejercerlo es necesario poseer valor y no es fácil porque el riesgo de que ser descubierto. Véase el episodio grotesco del exministro del Interior, Fernández Díaz, urdiendo un plan para desacreditar a personalidades independentistas catalanas, con la inestimable ayuda del insigne Jefe de la Oficina Antifraude de Catalunya, don Daniel de Alfonso. Ambos tuvieron una extensa, sincera y fructífera conversación para atribuir falsos delitos y seleccionar las víctimas. Con mala suerte, pues a alguna trama policíal despechada, subordinada del Ministro se le ocurrió grabar el diabólico diálogo entre ambos descerebrados, siendo pasto para todos los medios de difusión, con el correspondiente escándalo. Pero don Jorge, lejos de arrepentirse y pedir disculpas, en declaraciones a la prensa arremete por ser grabadas y divulgadas sus conversaciones personales. Que el ministro se dedique acusarles de la comisión de falsos delitos a sus enemigos políticos es anecdótico. Claro, la prensa, siempre atenta a revolverse en el lodazal aprovechó para magnificar el cinismo de sus declaraciones y su forma de defenderse, como por el hecho real aunque siempre ocultado de acusar de delitos falsos a otros políticos, pero especialmente ser víctima de los manejos de sus subordinados. Posteriores declaraciones complicaron su situación porque resultó cómico el empecinamiento en sus argumentos de defensa mezcla de cinismo y de miseria mental. Pero aun faltaba lo mejor, pues el ministro y el responsable de la Oficina Antifraude tuvieron que comparecer ante una comisión investigadora del Congreso. La defensa del ministro fue de antología: casi se echa a llorar porque incluso adujo estar enfermo y que había hecho un esfuerzo para estar presente en la sesión. Más divertida fue la intervención de don Daniel, pues se le desataron todos los controles al enfrentarse al diputado de ERC, el caústico Rufián, y entre insultos de gallos y gallinas y amenazas mutuas quedaron en verse en el infierno. El PP podría pasar el espectáculo a un CD y venderlo para pagos en B. Pero aun faltaba el más difícil todavía: el Supremo rechaza investigar estas conversaciones por irrelevantes. Señor Rufián: Usted sabe que la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero.

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