Miren I. Dañobeitia

Estaba muerta… y resucité

Acercándome a los 50, mujer, madre, esposa, con una situación familiar, laboral, económica y social privilegiada, la substancia maldita me derrotó, pudo conmigo. Y yo, arrogante, egoísta… pero también víctima de una enfermedad galopante y devastadora como es el alcoholismo, encontré la solución tan cerca como nunca hubiera podido imaginar: Osakidetza. El sufrimiento me llevo hasta allí, creyeron en mí desde el primer día y me ayudaron a parar, a curar mis heridas, a conocerme, a ilusionarme, a identificar mis dificultades, mis miedos… Y me suministraron herramientas para renacer. Así conseguí volver a sentir, a llorar, a reír, a reaccionar con piel de gallina, a inquietarme…, emociones que estaban muertas en mí.

Y la Osakidetza de la que yo hablo, la que me ha salvado, tiene un nombre que llevaré grabado en mi agradecido corazón: Manuene. Un centro de nuestra red de salud pública, en medio de un entorno inigualable, con grandes profesionales, humanamente gigantes, con una sensibilidad y un saber hacer envidiables, un equipo terapeuta íntegro. El «equipo» hace que el «grupo» (usuarios, pacientes, enfermos o adictos) cobre una fuerza capaz de dar vida al baserri mágico, como a mi me gusta llamarlo. Eskerrik asko Aurora, Bea, Patxi, Xabier, Ainara, Tomás, Jose, Mikel, Juan Antonio, Andoni… Vosotros, desde Manuene, con vuestro trabajo y vuestro cariño habéis resucitado aquello que os llegó muerto: mi ilusión, mi autoestima, mis proyectos.

Eskerrik asko, bihotz bihotzez

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