Beatriz Morales Bastos

Eva Forest, compañera Eva

Nada mejor para definir cómo era Eva Forest que estos risueños versos de Alfonso Sastre escritos para felicitarla en su 79 cumpleaños, poco antes de su muerte en 2007:

Bajo esta luz celeste
sol abrileño
yo estoy pensando en Eva
pero Eva, en Evo.
Y en ciertas cosas
que pasan en Bolivia
junto a las rosas.
Pienso en su cumpleaños
y en que ella suba
al pódium de los tiempos
pero ella, en Cuba.
¿Cuál es su vela?
la salud de Fidel
y Venezuela.
Pienso en sus primaveras
y en lo que sabes
y en levantar las copas
pero ella, en Chávez.
Codo con codo
decirle algo a sus años,
pero no hay modo.

Militante internacionalista cada minuto de su vida, defendiendo Vietnam, Argelia, la revolución cubana, Palestina, Iraq o los procesos revolucionarios en América Latina. Luchadora infatigable en cada uno de los sitios donde estuvo su casa, en el Madrid de los años franquistas y después en Hondarribia, donde en los primeros años de la llamada democracia española recogió tenaz y metódicamente los testimonios de cientos de personas torturadas en Euskal Herria, testimonios imprescindibles hoy para recuperar la memoria de lo ocurrido en estas tierras.

El legado de Eva Forest es enorme: sus propios libros y aquellos los que editó en contra de todos los criterios del mercado capitalista en la heroica editorial Hiru, un fondo impresionante de obras que a medida que pasan los años se vuelven más imprescindibles. Pero es enorme, sobre todo, su ejemplo de persona militante y consecuente cada minuto de su vida, con una energía contagiosa y estimulante que no se arredraba ante la persecución, la represión, la cárcel y, finalmente, la marginación y estigmatización oficial.

Han pasado ya diez años de su muerte y el legado de Eva Forest y su ejemplo de militancia siguen siendo un faro en este mundo nuestro. No dejemos que se nos vaya de las manos.

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