Javier Orcajada Del Castillo

La puerta giratoria de Trini

Los cambios en el PSOE son evidentes desde que Sánchez es el Secretario General. Hasta ahora los políticos que cesaban sufrían la travesía del desierto un par de años antes de traspasar la puerta giratoria de algún consejo de administración para recuperarse de sinsabores y de percibir sueldos de miseria.

Acaba de finalizar Trinidad Jiménez su carrera política y sin solución de continuidad, se incorpora al Santander para ocupar el cargo que dejó vacante Rato. No hay tiempo que perder, altas funciones encomendadas le requieren con urgencia. Un periodista malvado le preguntó si era cierto el rumor de su incorporación a la actividad privada; respondió que no había nada, que se disponía a tomarse unas merecidas vacaciones. La verdad, como siempre ha sido su norma. No ha actuado como Elena Salgado, que debiendo transcurrir dos años después del cese como Ministra, según la ley, para evitar permanecer inactiva fue nombrada de inmediato delegada en Chile de Telefónica.

En el programa electoral del partido para las próximas generales Sánchez se compromete que si las ganan, prohibirá las «puertas giratorias». No obstante, el electorado debe comprender que la políticas no es una profesión, sino que quienes tienen vocación de servicio a la comunidad le dedican un tiempo durante el cual se le exigirán toda clase de sacrificios y percibir sueldos muy inferiores a los de la actividad privada, por tanto, tienen derecho a ejercer su profesión en cargos de responsabilidad, puesto que su capacidad la han demostrado mientras han ejercido el noble arte de la política, por tanto, es lógico que las empresas se rifen a Trini para contratarla y aprovechen la experiencia adquirida durante su gestión pública, ahora en beneficio del Santander.

No se puede desdeñar que fue ministra de Sanidad y de Asuntos Exteriores durante el desarrollo de sus altas responsabilidades políticas. El PSOE siempre ha sido un referente en cuanto a honestidad y sentido de estado, como lo ha demostrado el cese voluntario de Felipe González que ha asesorado a una compañía que forma parte del lobby eléctrico al que siendo presidente subvencionó con un billón (millón de millones) de las antiguas pesetas para «adecuarse a las exigencias de la competencia». Con tal eficacia que el precio de la electricidad en España es el segundo más caro de Europa.

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