Iñaki Vigor

Zurriburbu, Erletegieta, Lezkairu, Etxabakoitz, Buztintxuri… el euskara ya estaba aquí

¿Alguien entendería una manifestación contra la ‘imposición’ del castellano en el Paseo de la Castellana, en pleno centro de Madrid? Pues varios partidos han impulsado una manifestación contra la ‘imposición’ del euskara en pleno centro de Iruñea. Un repaso a los nombres de sus barrios y términos más antiguos o usuales nos recuerda que la lengua vasca ya estaba aquí antes de que surgieran grupos contrarios a su recuperación y normalización.

Montaje con topónimos en euskara de Iruñerria.
Montaje con topónimos en euskara de Iruñerria.

Zurriburbu fue un pequeño barrio medieval, ya desaparecido, que estuvo ubicado donde hoy está la Plaza del Castillo. Este nombre vasco podría significar ‘revoltijo’, quizás en alusión al trazado enrevesado de sus calles.

Otro barrio desaparecido es Azella, antiquísimo topónimo que daba nombre a un poblado situado en los actuales terrenos de la Universidad del Opus y cerca del término de Donapea.

Azella perteneció hasta el siglo XV al Valle de Etxauri, y después se integró en el término de Iruñea. Desde la capital se accedía a este poblado por los puentes de Azellalanda, sobre el río Sadar, y Azella, sobre el río Elortz.

Sadar es una palabra vasca a quien algunos autores han relacionado con ‘zador’, que significa ‘profundo, encajado’, ya que en casi todo su recorrido este riachuelo tiene un cauce estrecho y profundo. Otros autores lo relacionan con ‘Saadar’, paraje de Zegama donde las leyendas sitúan a Tártalo.

El Sadar atraviesa el barrio de Arrosadia, antiguo topónimo, documentado desde el siglo XV, que significa ‘rosaleda’ o lugar abundante en rosas. Este río también pasa por el Sario, voz vasca equivalente a ‘pastizal’ o lugar donde se guardaba el ganado. Originariamente estaba en el lugar donde después se construyó la fábrica de El Pamplonica, en el término de Mugazuri (‘mojón blanco’).

Muy cerca del Sadar se encuentra el barrio de Lezkairu, otro antiquísimo nombre vasco que ya aparece documentado en el siglo XIII y hace referencia a los ‘carrizos’ que abundaban en este soto.  

Por su parte, Elortz significa ‘espinal’. Antes de unirse con el Sadar cerca de Azella, este río atraviesa Elortzibar y Larraskuntzea, otro antiguo poblado que pertenecía al concejo de Zizur Txikia y luego fue anexionado por Iruñea. Al final quedó como un pequeño apéndice de Etxabakoitz, barrio de la capital que significa ‘casa solitaria’.

Más cerca del centro histórico de Iruñea nos encontramos con Argarai, antiquísimo topónimo que ha sido traducido como ‘altiplanicie sobre el Arga’ y también ‘sobre las peñas’. En esa zona existía el término de Obietagaña (‘encima de las fosas’), en alusión a los vestigios de un antiguo cementerio.

Muy cerca se encuentra la Ripa de Beloso, que alude al ‘gran barranco o precipicio’ formado por el Arga entre Iruñea y Burlata.

Si continuamos el curso de este río llegaremos por Irubide (‘tres caminos’), hasta Arantzadi, que significa ‘lugar abundante en espinos’, y pasaremos por Errotazar (‘viejo molino’) y Errotxapea o Arrotxapea. Este barrio fue fundado por los hortelanos que vivían en esa zona próxima al río, ‘bajo la Rocha’, una torre que estaba donde actualmente se ubica el Museo de Nafarroa.

El sufijo ‘-pea’ también lo encontramos en Kostalapea, antiguo término que estaba bajo la Cuesta de Larraina y cuyo significado es ‘era’ o campo para trillar.

Cerca del Arga se encuentra el convento de los Trinitarios, a quienes en el año 1608 se les denegó el permiso para instalarse en término de Iruñea porque «no eran de lengua vascongada».

Jimeno Jurío recogió numerosos topónimos vascos en Iruñerria.

El curso del Arga nos lleva hasta Beritxitos, que significa ‘vado pequeño’. Allí se encuentra el actual cementerio de Iruñea, al pie de la meseta donde se construyeron los barrios de Ermitagaña (‘alto de la ermita’) y Mendebaldea, que alude a ‘parte occidental’ de la ciudad.

Los topónimos vascos se suceden en torno al Arga. Un meandro dio origen al nombre de Biurdana (‘torcido’); la parte más baja de la ciudad se denomina Landaben (‘vega de abajo’) y el río abandona el término municipal pasando por el puente de Miluze, vocablo procedente de ‘Mihilutze’ que significa “lugar de hinojos”. Cerca de allí estaba la colina conocida como Zandua (‘el santo” o “la santa’), en alusión a la ermita que coronaba su cima y que luego se transformó en colina de Santa Lucía.

En la parte occidental de la ciudad, cerca de Berriozar, se ha construido el barrio de Buztintxuri, que significa ‘arcilla blanca’ y alude a la zona arcillosa que existía allí. Era un término ya olvidado entre los habitantes de Iruñea, al igual que ‘Euntzetxiki’ o ‘Untzutxiki’, otro paraje situado en la misma zona y que significa ‘prado pequeño’. Cuentan las crónicas que allí se mató el último lobo que anduvo por los alrededores de la ciudad, a principios del siglo XX.

Prácticamente todos los barrios y términos de la periferia de Iruñea poseen nombres vascos. Ahí tenemos Mendillorri (‘monte de espinos’); Erletegieta o Erletokieta, que fue traducido al castellano como Abejeras; Azpilagaña (‘alto de Aizpiltze’), o Iturrama, donde se encontraba la ‘fuente madre’ o principal de la ciudad antes de que llegara el agua desde Zubitza. Este último barrio es atravesado por el antiguo camino de Eskirotz, pueblo al que se llega tras cruzar el puente de Otsandazubia sobre el río Sadar.

Algunos barrios creados durante el franquismo fueron bautizados con nombres castellanos tomados del santoral cristiano, como San Jorge y San Juan, si bien los vecinos euskaldunes los denominan Sanduzelai (‘prado del santo’) y Donibane.

Más curioso y polémico ha sido el caso de la Chantrea, barrio que fue construido en auzolan durante la dictadura en unos terrenos que pertenecían a la catedral de Iruñea y que se conocían con el nombre de ‘Chantre’, vocablo procedente del francés. A petición vecinal, el Ayuntamiento ha decidido que el nombre oficial sea Txantrea.

Este pequeño repaso a los nombres de los barrios y términos más usuales de nuestra ciudad muestra que la lengua nativa es el euskara, y que Iruñea era probablemente el nombre que los vascones daban a su poblado antes de que los romanos fundasen Pamplona en este mismo asentamiento.

Los convocantes de la manifestación del próximo sábado en Iruñea han matizado que no va contra el euskara sino contra su ‘imposición’. ¿Se puede hablar de ‘imposición’ del euskara en un territorio donde esta lengua es la originaria, la que ya existía antes de que llegaran otras lenguas?  
   
Como se ve en estos ejemplos, los topónimos más antiguos de los barrios de Iruñea no son castellanos sino vascos, lo que denota que el euskara es la lengua originaria de nuestra ciudad. Manifestarse contra el euskara puede ser perfectamente legítimo, pero no se puede mantener el argumento de que se quiere ‘imponer’ el euskara, porque ninguna lengua se impone en la tierra de la que es originaria.