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Donostia

‘Bao bei er’, una mirada a la discapacidad en China

El director chino Liu Jie trae a la Sección Oficial una cinta que retrata la realidad de los niños discapacitados en su país. Dado que la tradición dice que los padres cuidan de sus hijos para que estos les cuiden a ellos al ser mayores, 100.000 menores son abandonados al año.

El director y los dos actores principales de la cinta. (Juan Carlos RUIZ/FOKU)
El director y los dos actores principales de la cinta. (Juan Carlos RUIZ/FOKU)

‘Bao bei er’ (‘Baby’) nos cuenta la realidad de los miles de niños discapacitados abandonados a su suerte en China. La protagonista es una niña que fue abandonada al nacer por padecer una enfermedad grave, pero que sale adelante gracias a que es acogida por una familia, a la que el Gobierno paga por su manutención. Al cumplir los 18 años se ve obligada a dejar a su madre a pesar de querer quedarse a cuidarla. Mientras, se encuentra con el caso de una bebé enferma a quien su padre niega el tratamiento y hará lo posible por salvarle la vida.

La protagonista de la cinta, Yang Mi, quien le da vida al padre, Guo Jinfei, y el director, Liu Jie, han participado en una rueda de prensa en la que los asistente se han interesado especialmente por la situación en China con los menores discapacitados. «Un amigo mío tuvo un bebé gravemente enfermo y el médico le dio tres días para decidir si tratarlo o dejarlo morir. Dedició tratarlo», ha explicado.

Según ha dicho el director, en China el 5,6% de niños nacen con alguna enfermedad. Como hay una población tan enorme, también hay muchos niños con discapacidades. 100.000 menores son abandonados al año, de los cuales la mayoría son discapacitados, y también niñas. «Llevaba muchos años pensando sobre la razón de este fenómeno. Es muy complicado, así que decidí hacer una película para trasladar mis dudas. Quiero hacer reflexionar. La gente cree que un padre tiene derecho a decidir la muerte de su hijo gravemente enfermo, que es asunto suyo porque puede suponer un desastre para su familia», ha expresado.

Según la tradición china, la gente mantiene a sus hijos para que luego estos les mantengan cuando sean mayores. Por eso apenas se adoptan niños discapacitados, porque luego no podrán atender a sus padres. El gobierno paga a las familias para que acojan a estos niños hasta los 18. Según han dicho, como es un país enorme, es complicado cumplir las políticas y las normas establecidas pueden parecer inflexibles.

La protagonista ha querido trasladar las sensaciones de su personaje: «La bebé tiene una enfermedad muy grave y aunque la traten seguirá teniendo problemas toda la vida. Algunos de estos niños tienen problemas intelectuales. La protagonista repite una y otra vez las mismas frases y es porque ella también tiene problemas. Para ella es muy importante decirle al padre que ella fue una niña con el mismo problema genético, pero que hoy en día tiene la capacidad de trabajar para ganar dinero para su familia. Trabaja en el hospital y por eso no quiere pedir la tarjeta de discapacidad».

Según han dicho, en China el Gobierno ayuda a los discapacitados a buscar trabajo. Por un lado, hay una fábrica donde pueden trabajar. Por otro, las empresas pagan un impuesto de ayuda al discapacitado, pero si contratan a ciertas personas con diversidad funcional están exentas de pagarlo. Por eso, a veces las empresas contratan a estas personas con un sueldo miserable.

Sin guion

Una de las cosas llamativas de esta película que compite por la Concha de Oro es la naturalidad de los actores, que se ha conseguido gracias a que no hubo un guion definido. «Preparar un guion completo es complicado escribir los diálogos de todos los personajes; parece que todas las frases son mías. No quiero que los actores actúen, sino que tengan la oportunidad de ser los personajes», ha comentado el director.

Tardaron un año en rodar la cinta. Aunque no tuvieran guion, el director tenía la historia en la cabeza, por lo que cada día les explicaba lo que iban a hacer y entre todos decidían cómo iban a actuar. Además, la protagonista tuvo que aprender el lenguaje de signos –uno de los personajes es sordomudo– y también un dialecto diferente de mandarín. «Yo no sabía que cada gesto significa una palabra, así que para un párrafo hacen falta 200 gestos. He tenido la suerte de contar con dos actores con una memoria increíble que en media hora eran capaces de memorizarlos», ha subrayado Liu Jie.