PP y PSOE caminan hacia un batacazo histórico
Las elecciones al Congreso de los Diputados han sido históricamente las que mejores resultados han ofrecido a PP y PSOE, movilizando a un electorado que en otros comicios o se abstenía o recurría a otras papeletas. Pero ese esquema ya se ha roto y todo indica que ambos partidos caminan hacia un batacazo con la pérdida de un tercio de sus votos.
Desde el próximo lunes –quizá antes– se hablará mucho del debate televisivo entre los principales candidatos a la Moncloa: Mariano Rajoy y Pedro Sánchez. Pero el lunes siguiente, 21 de diciembre, lo que se comprobará es que PSOE y PP son tercero y cuarto partido en Euskal Herria, si es que Podemos no se les cuela en alguno de esos puestos.
En los últimos veintidós años, en las elecciones al Congreso de los Diputados PSOE y PP se han ido alternando, más o menos, en el primer puesto en este país. En 1993, 1996, 2004 y 2008 ganó el PSOE. En 2000 y 2011, la victoria fue para el PP.
Sin embargo, atendiendo al paso por las urnas del mes de mayo y a las encuestas que se conocen –la última la de esta misma semana de Aztiker para GARA– PP y PSOE perderían en esta ocasión en conjunto aproximadamente un tercio de los votos que sumaban en 2011, y hasta más de la mitad si se comparan con resultados de los años 2008, 2004 y 2000.
Los sondeos indican que el PSOE andará en esta elecciones en torno a los 220.000 votos, esto es, un 33% menos que hace cuatro años y nada menos que un 60% menos que en 2008. Un cataclismo en toda regla.
El PP, por su parte, repetirá en coalición con UPN los resultados que tuvieron en mayo, en torno a los 205.000 votos. Casi un 40% de caída con respecto a las elecciones de 2008. El PP, pese a ser el partido que ahora gobierna con mayoría absoluta en el Estado Español, no tendría en Euskal Herria más que dos escaños de 23, teniendo en cuenta que los otros dos, los de Nafarroa, son en realidad de UPN.
Régimen quebrado
El régimen del bipartidismo en el Estado español ha quebrado. Aunque el PP vuelva a ser el partido que más escaños obtenga en el Congreso de los Diputados y le siga el PSOE, el esquema que se ha mantenido vigente desde 1982 no volverá a reproducirse al menos en unos cuantos años, si es que en algún momento llega a recuperarse.
Ahora parece que el mero hecho de que Mariano Rajoy vuelva a salir victorioso es un éxito para el PP, porque al calor de no se sabe muy bien qué cálculos –que tuvieron en poca consideración las matemáticas y la demoscopia– en un tiempo se echó a rodar la idea de que además de la mayoría absoluta, podía perder también las elecciones. Sin embargo, pese a que vaya a ser la primera fuerza en el Estado, lo cierto es que el desgaste que le auguran todas las encuestas es enorme.
En este momento, el futuro del PSOE resulta todavía más incierto. Pedro Sánchez, el candidato que iba a regenerar el partido y remontar los horribles resultados de Alfredo Pérez Rubalcaba, se daría ahora con un canto en los dientes si pudiera repetir los 110 escaños de la legislatura recién cerrada.
Apuros y movimientos
De los apuros que están pasando ambos partidos dan cuenta sus últimos movimientos. Mariano Rajoy hizo ayer una propuesta dirigida a su público objetivo, los más mayores. El candidato del PP prometió que quien llegue a la edad de jubilación y quiera seguir trabajando, sin recibir su pensión, no pagará el IRPF siempre que sus ingresos no alcancen una cantidad determinada. Se trata de una medida que de cumplirse va a tener un coste de unos 680 millones de euros y que además tapona el relevo generacional en el mercado laboral, pero puede ser efectiva para atraer a determinadas capas del electorado.
El PSOE, por su parte, está tratando de invocar el orgullo de su militancia tradicional, para montar una contraofensiva después de que su candidato saliera mal parado del debate del lunes. De momento, Pedro Sánchez aprieta su agenda camino de la omnipresencia. Esta mañana se dejará ver en Gasteiz, en un paseo de campaña que no estaba comunicado en los planes iniciales del PSOE.
Araba como ejemplo de crisis
No es extraño que Sánchez se presente hoy en la capital alavesa, se supone que creyendo que eso animará a su electorado. Araba es un ejemplo de la grave crisis que atraviesa el PSOE. En dos convocatorias este partido puede pasar de haber ganado las elecciones de 2008, con un resultado histórico de 69.479 votos, a quedarse esta vez fuera del reparto de diputados, con apenas 20.500 papeletas.
Las cuatro encuestas conocidas en las últimas semanas con una muestra suficiente como para poder ser tenidas en consideración coinciden en que el PSE pasa a ser la quinta fuerza en Araba y, por lo tanto, queda fuera del reparto de cuatro diputados que se eligen en este territorio.
En ocho años, el PSE alavés va a perder el 70% de los votos que llevaron a Zapatero por segunda vez a la Moncloa. Una parte de esa caída es atribuible a causas generales. Pero hay un diferencial con el resto de circunscripciones vascas que indican que las constantes riñas internas dentro del partido y las denuncias sobre manejos turbios de dinero, como los que mantienen en los tribunales al ex secretario general Txarli Prieto y al de organización Victor García, suman un plus a ese derrumbe.
Y el PP puede ganar de nuevo en Araba, pero las encuestas y análisis indican que perderá en torno al 30% de los votos de hace cuatro años. Las estimaciones indican que obtendrá sobre los 32.000 votos. En el 2000, con Aznar de presidente y candidato a la reelección, sumó nada menos que 66.267.
Caída masiva y general
Lo de Araba no es más que un ejemplo. En Bizkaia el PP puede perder en torno al 40% del voto de 2011. Y el PSE se dejaría el 34% de las papeletas de hace cuatro años y nada menos que el 61% de los resultados de 2008. En Gipuzkoa el PP puede llegar a la catástrofe. Todas las encuestas dan por hecho que no obtendrá escaño, pero la de Aztiker le pronostica a Borja Sémper la pérdida del 69,7% de los votos que José Eugenio Azpiroz obtuvo en los pasados comicios.
En Nafarroa, el PSN puede tener el consuelo de recuperar el segundo puesto por detrás de UPN-PP. Pero eso no podrá hacerles olvidar que tanto unos como otros pueden dejarse entre el 27% y el 28% del voto de 2011. De hecho, pasarían de sumar el 60,2% de las papeletas a quedarse ahora en el 43,6%. Esto, en un territorio que dominaron durante décadas de modo absoluto, es una tragedia. Aunque las penas compartidas con otros quizá sean menos penas.