Negociar con una pistola en la cabeza
La expresión la utilizó el Gobierno griego para explicar su situación cuando discutió el pasado julio los términos del tercer rescate con sus socios europeos. El primer ministro, Alexis Tsipras, aceptó entonces las imposiciones y los nuevos recortes que ahora está aplicando.
«Quiten la pistola de la cabeza del pueblo iraní y yo mismo iré a negociar con ustedes», afirmó también en su día el presidente iraní, Ahmed Ahmadineyad, cuando la negociación sobre el programa nuclear de Irán aún daba sus primeros pasos y Estados Unidos reforzaba las sanciones económicas que ahogaban –y ahogan– al país persa.
Y, no ya una pistola en sentido figurado, sino el arsenal de uno de los estados mejor armados del mundo es lo que coloca, y utiliza, Israel sobre la población palestina, afirmando que quiere negociar. Un proceso que siempre le ha servido para ir robando la tierra y los recursos de los palestinos, ampliando sus colonias, llenando sus cárceles y levantando la prisión en la que ha convertido Gaza y Cisjordania.
Es la estrategia de quien vive en el conflicto y se aprovecha de él. De quien coloca su propio interés por encima de una solución y aprovecha una correlación de fuerzas que le proporciona los medios para hacer tragar a la otra parte los sapos que se le antojen.
O para, si la negociación ya no le sirve a sus intereses, levantarse de la mesa y romperla como hizo el Gobierno turco con el PKK.
En Colombia, el Gobierno y la guerrilla de las FARC van dando pasos en otro modelo, negociar, simplemente, utilizando la cabeza.