Solidaridades versus cierre de fronteras
Mientras los dirigentes de la Unión Europea, con alguna excepción, tratan de cerrar las fronteras a la tragedia y desesperación, hay quienes, de modo altruista, dedican su tiempo libre a ayudar a esos mismos refugiados a los que se pretende deportar sin la más mínima consideración por su situación.
Reconforta leer historias como la de una periodista de BBC Mundo que cambió la grabadora y el cuaderno de notas por unas botas embarradas y se sumergió en el caos de Lesbos para ayudar en la medida de sus posibilidades. Acaba de publicar lo vivido entre miles de seres humanos que huyen de las atrocidades cometidas por sus pares.
Este mismo lunes, un grupo de artistas que integran el colectivo solidario internacional Pallasos en Rebeldía viajó al campamento de refugiados de Idomeni donde durante tres días han realizado animaciones artísticas y funciones de circo y clown para «tratar de sacarles una sonrisa en medio del caos que viven».
En Euskal Herria también se multiplican las iniciativas y acciones solidarias; socorristas, patrones, cocineros… hacen hasta lo imposible para salvar vidas en el Mediterráneo y brindar un plato caliente en el frío invierno griego.
Dos madres donostiarras han iniciado una campaña bajo el lema «tu portabebés puede hacer mucho por las víctimas de la guerra». El objetivo, recoger mochilas, fulares o bandoleras y enviarlos a Siria para facilitar a las madres sirias el tránsito con sus hijos. En pocos días, han logrado un gran respaldo social. Iniciativas todas ellas que contrastan con llamada «realpolitik».