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IKUSMIRA

Que no venga nadie


Pancarta en Portaletas, en el muelle donostiarra. Sin firma. «Tourist go home, refugees welcome» (Turistas a casa, refugiados bienvenidos).

Que no venga nadie. Genial. Según datos del Eustat publicados en febrero, el sector turístico representa un 7,4% del PIB de Gipuzkoa, 1.634 millones de euros. Traducido en puestos de trabajo, unos miles más a la cola de Lanbide.

Que no venga nadie. Ni al Festival de Cine, ni a Jazzaldia, ni a las playas, ni al Aquarium, ni de pintxos a lo Viejo, ni a potear en Ikatz kalea o la Fermín, ni a un congreso al Kursaal, ni a surfear en La Zurriola, ni a animar a su equipo en Anoeta o a asistir a un concierto, ni al Hotel María Cristina, ni al camping, ni en autocaravana…

Porque turistas somos todos. En las playas de Cancún, en los montes de los Pirineos, pedaleando con nuestras bicis por los pinares de las Landas. O cuando pasamos un fin de semana en Mundaka, Urbasa, Sara o Bardenas.

«Bienvenidos refugiados», os daremos abrazos, porque cobijo, alimentación o atención médica no, todo eso cuesta, el dinero no llueve del cielo, hay que recaudar impuestos y… ¡oh!, los ingresos del turismo.

Que sí, que a mí también me molestan las aglomeraciones, que no quiero que mi ciudad se parezca por ejemplo a Venecia, que vivir en Alde Zaharra puede ser una tortura que no me puedo ni imaginar. Que se debe regular, actuar con cabeza, no exprimirlo sin control y cargarnos la gallina de los huevos de oro.

«Welcome tourist and refugees». De lo contrario, quienes tendrán que marcharse, y no precisamente de vacaciones, seremos muchos de nosotros y de nuestros allegados.