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Juventud, puerta a cero y preocupación por los guardametas


Poco, por no decir nada, a destacar en un partido muy plano, determinado de manera muy importante por el resultado de la ida. A falta de juego que reseñar y ocasiones –¿las hubo?–, no queda otro remedio que fijarse en otros aspectos y circunstancias que acontecieron durante el derbi copero.

Como que, al menos, Vasiljevic obtuvo uno de los propósitos que se marcó en la previa: mantener la portería a cero. No es que los navarros fueran un dechado de virtudes en defensa, pero entre que el Eibar ya se veía clasificado y los rojillos se mantuvieron medianamente ordenados atrás, Osasuna consiguió que su meta acabase inmaculada. Un objetivo que tiene mérito añadido si consideramos que ninguno de los futbolistas que ayer conformaron la zaga son ahora mismo titulares.

Otro factor a tener en cuenta. El once que alineó ayer el técnico serbio es el más joven de toda la presente tem- porada –por poco superó la media de los 24 años–, con lo que un buen puñado de canteranos –Buñuel, Otegi y Olavide, fundamentalmente– siguen acumulando minutos en la máxima categoría, que no es poco, de cara a su aprendizaje. Unos más que otros los aprovecharon, pero a todos ellos les vendrá bien esta cuota de participación en el equipo, aunque la cita no fuese de una exigencia mayúscula.

El envite también sirvió para que Vasiljevic pusiese en práctica maneras nuevas de que el equipo se desenvuelva sobre el verde. El 4-1-4-1 que desplegó el conjunto rojillo en Ipurua volvió a pecar, como le viene ocurriendo a lo largo de esta campaña, de muy poca solvencia a la hora de salir con el balón jugado y, en ciertos momentos, dejó muestras de descoordinación, al molestarse en algunos lances en la lucha por hacerse con el esférico.

Pero lo peor, sin duda, estuvo en la portería, y no fue por la actuación de los cancerberos, sino por las lesiones que sufrieron ambos y que dejan con muchas dudas la solvencia a la hora de defender la meta rojilla en un encuentro tan importante como va a ser el del domingo en Granada. El mal trago de la Copa puede tener todavía un sabor más agrio.