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El hombre que pudo parar una guerra


El cine de Bollywood sigue con su desembarco más allá de las fronteras de su país. Aceptémoslo, abracémoslo. Será por lógica malthusiana (era cuestión de tiempo que la autarquía cinematográfica del gigante asiático acabara por ahogar a una de las industrias más prolíficas del mundo); será porque el público extranjero (nosotros, vaya) le está perdiendo, poco a poco, el miedo a sus coloridas y sobrecargadas propuestas.

Esta semana llega a nuestras salas una producción megalítica marca de la casa. Dos horas y cuarto de metraje durante las cuales las emociones a flor de piel bailan al ritmo de esos inconfundibles números musicales. La vida apacible de dos hermanos da un vuelco cuando India y China se declaran la guerra. Las visiones divergentes que cada uno de los protagonistas tenían respecto al mundo, van a converger en el horror de un conflicto bélico que va actuar como catalizador de las pasiones que normalmente sirven de motor para este tipo de films. El amor, la acción y los paréntesis cómicos se suceden entre cañonazos y, claro está, entre los peajes obligatorios de esas canciones y esas coreografías siempre a medio camino entre lo exquisito y el mal gusto. Como el propio cine made in Bollywood, vaya.