Joseba VIVANCO
Athletic

Pitido final

San Mamés despide con sonora protesta y desaprobación a un incapaz Athletic que pedía a gritos el final de una pésima temporada.

ATHLETIC 0

ESPANYOL 1


Se levanta el telón y aparece el Athletic. Se baja el telón. ¿Cómo se titula la película? Por fin. Casi de reojo, alguien siempre vigila entre bambalinas antes del inicio de la obra para saber si hay lleno en el patio de butacas. Seguro que ayer los futbolistas, al dejar atrás el túnel del vestuario, miraron con el rabillo del ojo un esquelético San Mamés, confirmando los peores presagios sobre la floja asistencia de público en la despedida de la temporada, en una soleada tarde de domingo más propia de terraza y sobremesa que de un partido de fútbol a título de inventario. Al final, 28.492 inasequibles a la siesta, la peor entrada registrada en el nuevo San Mamés. Noventa minutos después y tres más de penitencia por la gracia arbitral, en el mundillo del teatro, tras bajarse el telón, actores y actrices aguardan unos interminables segundos a la espera de la reacción del público, aplausos o pitos y pataleo. Ayer no hubo que esperar al final del soporífero duelo para adelantar acontecimientos, porque se veía venir y porque el juego de los leones hizo méritos suficientes para ganarse el enfado de su afición.

Con los aplausos le premió la grada a González Borbalán, el trencilla andaluz que pidió despedirse en el campo bilbaino, y los silbidos, la desaprobación, se la ganó a pulso un Athletic que jugando con tres centrales antes de los diez minutos ya había encajado gol de córner, retratando un equipo futbolísticamente en la UVI y de lo que se aprovechó David López para fusilar de cabeza a un Kepa que pedía explicaciones a sus compañeros.

Aduriz y Piatti se hacían confesiones mutuas, Muniain otro tanto con Baptistao, todo antes del silbido inicial, premonición del encuentro de guante blanco que ambos equipos iban a deparar. Ni una sola falta le señalaron a los rojiblancos en una primera mitad en la que el equipo fue despedido con música de viento y que recrudeció con el temido pitido final. Entre medias, como diría el escritor Juan Villoro, «cuando las gradas enmudecen, confirman que el silencio siempre juega de local».

Había expectación por este último partido de los leones, la reacción de la afición, con el equipo y con Ziganda en su adiós. Se trataba de testar ese descontento que se ha venido larvando y acrecentando durante la temporada. Y si alguno esperaba algún tipo de fumata blanca o gesto señorial de la grada, se equivocó. Ese tempranero gol, pero sobre todo cómo se produjo, no hizo sino allanar el camino a ese desencuentro que se veía venir. El Athletic, previsible todo el partido, incapaz de generar el más mínimo desasogiego en el portero ‘perico’, sin ideas para superar su propia impotencia, dio todo un recital de lo que ha venido siendo a lo largo de esta infausta campaña en la que ha terminado firmando la segunda peor clasificación de su historia, 16º, tras la de 2006-27, que acabó 17º. Un dato que habla a las claras de lo que ha sido este curso, un desatino continuado que volvió a repetirse ayer.

Con un equipo mermado en cuanto a efectivos y sujeto con tiritas en lo anímico, con tantas o más ganas de irse de vacaciones que el propio público de San Mamés, Ziganda repitió defensa de tres, situando a Vesga al lado de Beñat y en punta un Aduriz que pasó sin pena ni gloria. Como casi todos. Salvo Muniain en la primera mitad, algunas intervenciones de Kepa y la notable actuación global de Yeray, el Athletic fue un más de lo mismo. Y si en el primer acto al menos llevó la iniciativa, aunque con la pegada de un manco, en el segundo el Espanyol, sin hacer nada del otro jueves, pudo haberle trasquilado.

Sonora y previsible pitada final, encendidos los ánimos, los leones respondiendo desde el círculo central con aplausos, Kuko Ziganda dejando el césped lejos de miradas. Y una vez desalojada la sala, como los actores recogen sus bártulos en enormes baúles y comienzan a pensar en la que será su próxima obra, este Athletic de la triste figura echa el telón a un año para reflexionar. Como dijo Kuko, lo que sucede, conviene. Veremos.

Kuko se va «frustrado, triste y decepcionado»

Kuko Ziganda confesó tras la derrota haber terminado la campaña «frustrado, decepcionado, triste y muy apenado» del curso realizado por el equipo rojiblanco.

«Como socio diría ‘qué año más pobre’. Y como entrenador, también. La oportunidad que tenía era increíble y no ha salido nada bien. Pero sé que esto es el fútbol. A veces las cosas no salen como uno quiere y hay que aceptarlo», reflexionó en su adiós.

El navarro Ziganda que este último encuentro fue «un fiel reflejo de lo que ha sido la temporada, sobre todo en casa. Últimamente no hemos sido capaces de remontar ni en juego ni a nivel mental y cualquier golpe nos noquea», añadió antes de asumir la «responsabilidad importante» que como técnico le corresponde en esta decepcionante campaña. «El responsable soy yo porque no he sido la solución a un equipo que necesitaba algo y que en pocos momentos ha dado el nivel medio que se le esperaba. Quiero pensar que ha sido un pico bajo y que el año que viene con mas sosiego, entrenador nuevo y expectativas renovadas se le va a dar la vuelta a este año», analizó.EFE