Curro VELÁZQUEZ GAZTELU
IRUÑEA
Interview
LA TREMENDITA
CANTAORA

«La mujer, el flamenco y la sociedad han ido en paralelo»

Rosario Guerrero Hernández La Tremendita (Triana, 1984), es una de las voces contemporáneas dentro del flamenco más aclamadas tanto por los que proceden del flamenco como por un nuevo público que se está dejando seducir por este arte bajoandaluz con proyección universal.

La Tremendita tiene la base indiscutible para legitimar todo su discurso que, dentro de la contemporaneidad, está lleno de reivindicación social y artística. Intérprete, compositora, tocaora, productora... “La Tremen” deja huella por donde pasa. Su nuevo proyecto, “Delirium Tremens”, es una declaración de principios en donde proyecta su forma de ver el mundo. Lo presenta hoy en Iruñea, junto al músico gasteiztarra Pablo Martín-Caminero.

Rosario, usted que conoce bien los entresijos del flamenco, ya que parte del flamenco ortodoxo, ¿qué le ha aportado cantar en esos templos de la afición, como son las Peñas Flamencas, para ser lo que hoy en día es?

Mi lenguaje natural es el flamenco. Es muy importante conocer en profundidad la materia cuando te vas a dedicar a algo. La tradición, la raíz. Tales conocimientos me llevan a saber de dónde vengo, de dónde parto, y a partir de ahí empezar a construir. Yo necesito que mi música tenga su discurso propio.

¿Usted volvería a la raíz de donde procede o seguiría con nuevos discursos?

“Pa’tras, ni pa’coger impulso”, ¿no? (risas). Yo soy quien soy hoy en día por venir de donde vengo, pero necesito ir evolucionando y creciendo. No tiene sentido andar por lugares de donde ya no eres. Mi pasado es mi pasado, al igual que mis vivencias y aprendizajes. Yo siempre me sentiré muy orgullosa de donde vengo. Yo sigo viviendo en mi barrio (Triana), cerca de mi familia. Mi padre y mi hermano son cantaores igualmente. Pero tengo un discurso y una necesidad de contar diferente y es así como me muestro.

¿Cree que existe un discurso que les une a la actual generación de artistas flamencos con aquellos que van un paso más allá?

Hay un discurso que nos une y que parte de la libertad de expresión, que parte de las ganas de contar sin ningún tipo de compromiso y las ganas de globalizar y de unir, que creo es muy importante. De no discriminar, de hacer porque el flamenco llegue a todo tipo de público, tanto para el que entienda como para el que no. Hacerlo para emocionar. Y que nuestra música pueda darse la mano con otras disciplinas.

¿Cómo cree que ha ido avanzando la mujer dentro del flamenco?

La mujer hoy en día tiene un papel importantísimo dentro de la sociedad y la mujer, el flamenco y la sociedad han ido en paralelo. Nosotras mismas estamos colocándonos en nuestro lugar y no solo en base a discursos, sino de hacer y de estar.

¿Cómo está la gente entendiendo su propuesta, sobre todo «Delirium Tremens»?

“Delirium” ha sido una manera de expresarme distinta a como lo venía haciendo hasta ahora. Ha sido una liberación en todos los aspectos. El público ha entendido la honestidad que hay en este trabajo.

El contrabajista Pablo Martín-Caminero, uno de sus imprescindibles compañeros de viaje, es uno de los grandes que tenemos aquí en Euskal Herria y que se lo rifan para muchos proyectos flamencos. ¿Qué le aporta él?

Es uno de los grandes músicos que tenemos. Aún viniendo de otra disciplina, me encanta su manera de hacer. Llevamos muchos años trabajando juntos, y cuando conectas con alguien es muy grande. Me aporta seguridad, confianza, creatividad. Tiene mucha intuición, por ello ha sido junto a mí, el productor de “Delirium Tremens”.

En cuanto a la danza, sus dos columnas de Hércules son Rocío Molina y Andrés Marín. ¿Qué le aporta su creatividad? ¿Y a usted colaborar en danza?

Cuando descubrí el mundo de las artes escénicas, en las que la danza flamenca ha aportado mucho, de repente contaba con una regiduría, con una escena, luces, etc… Yo, que venía de las Peñas y los festivales flamencos, descubrí un mundo nuevo. Me enamoré de todo esto. Era aquí donde quería empeñar mis proyectos. Empecé con Andrés Marín y eso fue y es la mejor escuela con la que puedes contar. Y con Rocío, ¡qué te voy a contar de Rocío Molina! Es una mujer de otra galaxia. A nivel artístico y emocional es uno de los pilares más importantes de mi vida. Tengo la suerte de tener estas dos personas cerca de mí, un privilegio.

¿Cómo podríamos considerar la obra de La Tremendita?

En primer lugar, yo intento ser honesta y coherente conmigo misma, con inquietudes musicales y artísticas a las que no quiero poner límites. Y aún viniendo de la tradición, quiero llegar a evolucionar y crecer. Y todo ello para que todos aquellos que lo deseen puedan acercarse a mi obra sin prejuicios.

Parece ser que poco a poco se está abriendo camino para que en el entorno de la afición flamenca haya un respeto y comprensión por las distintas libertades que la mujer está conquistando. Desde el prisma de la tradición, parece que la perspectiva es otra. ¿Siente que se ha avanzado algo? ¿Cree que es necesario hacerse visible, rompiendo barreras y prejuicios?

Sí, es algo que está sucediendo en el flamenco como en la sociedad en sí. No olvidemos que el flamenco, al ser un arte vivo, es un espejo de lo que va ocurriendo al ser humano. Va evolucionando de manera natural. En mi ejemplo concreto y por lo que a mí me toca, esta parte del flamenco más inmovilista u ortodoxa, siempre me han respetado, han entendido mi manera de reivindicar o de entender tanto la vida como el flamenco. Han visto el respeto que tengo a la tradición flamenca y el haber crecido en este mundo. Ellos han visto desde un comienzo mi progreso, mi evolución, y creo que esto ha sido decisivo para que de alguna manera lleguen a entenderme, o al menos ver que no es incompatible el poder hacer otras cosas, con el respeto a la raíz. Además, creo que han comprendido que hacer otras cosas no es romper la base, muy al contrario, ellos han visto que he podido con mis propuestas, elevarlo aún más si se pudiera, ¡claro!. Sí es cierto que hoy en día hay cierta separación entre el flamenco ortodoxo y el contemporáneo y yo no quiero formar parte de ello. Yo lo que quiero es sentirme libre en todos estos aspectos, en el artístico, en mi identidad sexual, en lo social. Y creo que me han respetado, porque mi discurso es firme. Por tanto, yo creo en la globalización, no en la separación, refiriéndonos a lo que antes comentábamos. A mí me encantaría ver en un concierto mío a un flamenco ortodoxo al lado de un músico de electrónica, disfrutando ambos con lo que yo estoy haciendo. Al final se trata de eso, de unir y de tratar que el flamenco esté a la altura de propuestas que van surgiendo.

¿Qué nos vamos a encontrar en su espectáculo dentro de Flamenco On Fire?

Interpretaremos “Delirium Tremens”, mi último trabajo. Con una formación distinta a la del disco, ya que desde un principio este proyecto está concebido como algo que evoluciona. Estoy en un punto más electrónico. Vendrá Pablo Martín-Caminero con bajo eléctrico y Pablo Martín Johns con la batería. Una versión más “salvaje”.