Carlos GIL
TEATRO

Militares fantoches machistas

Es una bendición que se afronte a Valle-Inclán, con el respeto y la capacidad artística de intervenir en el desarrollo estético de su obra como sucede con la propuesta de Morfeo Teatro de la mano de Francisco Negro, en una magnífica puesta en escena de una de las obras emblemáticas de Valle como formulación práctica de su definición de esperpento, una frasa grotesca que cuenta los desvaríos calderonianos del teniente de carabineros Don Friolera, ante un ataque de cuernos. Una situación que se va convirtiendo en una denuncia del pensamiento reaccionario que refleja la época en la que está escrita (1921), pero que parece servir de espejo en estos momentos en donde la violencia machista es una plaga y con grupos políticos que muestran una suerte de cómplice comprensión criminal, como hacen los tres oficiales de carabineros brindando por España, mientras deciden que la solución es matar a la adúltera. Una escena gloriosa. Un alegato antimachista, antimilitarista, fraguado en un lenguaje rico, que Negro ha logrado plasmar de manera eficiente a base de esa manera esperpéntica formulada por don Estrafalario. “Mi estética es una superación del dolor y la risa, como deben ser las conversaciones de los muertos, al contarse historias de los vivos”. Y así parece que ese gran guiñol es una historia de muertos, que sucede en la memoria, pero que nos ataca directamente, por la esplendorosa riqueza léxica, por el uso de unas máscaras que dan entidad teatral a cada personaje y por un despliegue actoral que consigue contarnos la historia de manera clara. Un montaje que hace honor a Valle y que tiene un valor aleccionador imprescindible.