Raimundo Fitero
DE REOJO

Los dioses

Vivir es un derecho, no una obligación. Las manifestaciones de quienes piden una regulación de la eutanasia se llenan de conceptos, ideas, pistas de aterrizaje para que descabalguemos a todos los tópicos, los dogmas que convierten la vida, nuestra vida, la de los demás en algo que pertenece a alguien superior, generalmente a unos dioses que son la Gran Excusa para matar por ellos, impedir la vida por ellos y alterar la naturaleza de la vida en nombre de ellos, los dioses menores o mayores, convierten la libertad en un accesorio a modo de collar, pendiente o abalorio. En nombre de los dioses, o si quieren en nombre de Dios, el suyo, el que consideren el verdadero se subarrienda la vida a una doctrina.

Tengo por costumbre respetar las creencias de los demás. Pero como muchos de los demás, imponen sus creencias, estoy en modo rebeldía total. No voy a dar un paso atrás, por nada ni por nadie. La labor es ardua, persistente, ocupa todos los segundos de todos los días en todos los órdenes de nuestra vida personal, civil, social y administrativa. Sobre mi vida puede opinar el cáncer y un servidor. Escucharé a los galenos, pero si considero que lo que vivo, no vale la pena vivirlo, quiero que exista el campo legal para que nadie deba contagiarse penalmente por mi decisión. Y nada más.

Acaba de suceder, hay imágenes, sonido, en El Salvador, su presidente ha tomado el Parlamento con militares y policías pidiendo a la oposición que aprueben unas leyes y ha puesto a Dios como compromisario. No saldrá de ahí hasta que intervenga Dios y lo arregle. En Bolivia se dio un golpe de Estado blandiendo la Biblia. Bolsonaro es evangélico y son un poder fáctico. Los católicos actúan de manera dogmática en todos los parlamentos y gobiernos y ni los detectamos y se meten en nuestra cartera y nuestra cama.