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DE REOJO

Vacaciones


Los chinos también se toman vacaciones. Es la conclusión a la que se llega en esta etapa media de la crisis del coronavirus. La leyenda dice que los chinos no se mueren y si se mueren no se entierran, por lo que se puede especular que acaban siendo añadido al cerdo agridulce, y que trabajan todas las horas del día, todos los días del año, siendo el concepto vacaciones algo que como les sucede a algunos autónomos o asimilados es un remoto recuerdo estudiantil.

En muchos comercios chinos de lugares muy marcados por la epidemia aparecen unos cartelitos escritos en perfecto español de mandarina anunciando que se toman vacaciones coincidiendo con las medidas anunciadas por los gobiernos en el aislamiento de centros docentes. Un taxista rumano me señalaba que si a los chinos les dice su gobierno que no salgan de casa, no salen. Y si les dicen que cierren sus comercios, los cierran. Y se refería a los indígenas peninsulares como rebeldes y así vemos como en Haro, esa colonia bilbaína en tierra de ricos caldos de tempranillo, los picoletos deben usar su fuerza coercitiva para que los gitanos infectados en un funeral gasteiztarra no abandonen su lugar de residencia. Otros que no conocen el concepto de vacaciones. Me refiero a los gitanos, por defecto u omisión. Si Italia ha cerrado su perímetro fronterizo, cosa que uno intenta comprender agarrado a la geometría, la biomecánica y los juegos reunidos y no lo consigo, el mensaje consolidado es que no vamos a salir del monotema en varias semanas. Además, advierten los neumólogos que se van a duplicar los casos de infectados cada cinco días, en una escalada que puede llevarnos a las vacaciones generales obligatorias en dos semanas. Esperemos que no lleguen esas vacaciones al vertedero de Zaldibar hasta que aparezcan los restos de los dos obreros sepultados.