Manex ALTUNA

Otro disgusto con malas sensaciones

Quizá el empate a cero hubiera sido el resultado más justo. Incluso, se puede decir que el Athletic hizo más merecimientos para ganar porque se acercó más a la portería rival y llevaba la iniciativa. Pero tampoco hay que engañarse, el conjunto rojiblanco se conformó con el punto a la espera de acertar alguna ocasión sin asumir riesgos. Prueba de ello es que Garitano esperó a que Arrasate moviera el banquillo. El primer paso lo dio Osasuna con Kike Barja y Adrián. La réplica fue dar entrada a Villalibre. El encuentro cambió a favor del conjunto navarro y la jugada le salió mal al técnico de Derio. Un penalti innecesario dejaba al Athletic sin el punto que otorga la Federación. Y para cuando quiso reaccionar, ya era tarde. Prisas, ansiedad y falta de plan B. Volvían a salir a relucir las carencias ofensivas del equipo en otro partido sin marcar. Buenos movimientos de Muniain entre líneas en la primera mitad, apariciones de Berenguer, alguna carrera de Williams y el omnipresente Raúl García. Pero nada de gol. Un potencial que se fue diluyendo con el paso de los minutos sin que nadie le pusiera remedio imprimiendo una marcha más. El Athletic cayó en la trampa como le sucedió en Granada, ante el Cádiz en San Mamés o en su visita al Alavés. Con el marcador en contra, Garitano se vio obligado a recurrir a la desesperada a jóvenes como Jon Morcillo, Iñigo Vicente y Oier Zarraga. Menos de diez minutos para solucionar lo que los jugadores habituales, que gozan de la confianza total del entrenador, no habían podido conseguir. Un error, un detalle, la única ocasión del rival... explicaciones de una historia que se repite y a la que los protagonistas no encuentran solución. Otro disgusto con malas sensaciones. Garitano es fiel a su estilo y tiene las ideas claras, pero algo tendrá que modificar para dar la vuelta a esta dinámica derrotista y pesimista.