DE REOJO

Los visones

Otra vez los visones irrumpen en nuestra vida para ser de nuevo asesinados de manera violenta y sin posibilidad de escapatoria. Ahora es en Dinamarca, en una granja donde parece han advertido de una mutación del coronavirus que ha ido de los animales a los humanos. Y se nos anuncia que esa mutación puede interferir en el desarrollo de las vacunas que actualmente están en pruebas en diferentes laboratorios. Las imágenes de cientos de visones blancos provocan una alteración de la conciencia. Se crían a millares para proporcionar pieles para hacer prendas de lujo para las altas esferas de una sociedad colapsada en sus fundamentos éticos. No se conoce otra trazabilidad como alimento. En los laboratorios de todo el mundo se utilizan animales vivos de diferentes especies, como cobayas en las experimentaciones. Hay una coartada: se maltratan para supuestamente salvar vidas de la especie hegemónica, nosotros. Lo mismo que las granjas de pollos, vacas, truchas, cerdos o langostinos. Matar animales criados solamente para vestir a una elite social es una aberración, una actividad prescindible.

Mientras encuentran las calculadoras y el algoritmo en los estados que faltan por abrir todos los votos, se expande la impresión de que los EEUU han entrado en una fase degenerativa casi de estado fallido. Exageraciones. Lo mismo que decir que el suegro de Urdangarin tiene visos de ser un cleptómano coronado es una manera tendenciosa de definir a alguien que se le acaba de descubrir que tiene una «fortuna oculta», según palabras oficialistas, en un paraíso fiscal. Los millones de euros se le caían al Campechano de las manos con una suma facilidad. Sería oportuno que Maduro mostrará las propiedades y millones de dólares que tiene este patriota emérito por Venezuela. Y que Felipe González lo avale.