Arturo Puente
Periodista
JOPUNTUA

Ese Estado no tan opresor

Las izquierdas independentistas catalana y vasca, al menos sus corrientes troncales, parecen remar en el Congreso en la misma dirección después de los avatares que se lo habían impedido en las últimas décadas. En esta legislatura no solo ERC y Bildu juegan al mismo deporte, sino que incluso de vez en cuando se lanzan algún pase. No hay que perder de vista sin embargo que las perspectivas de cada una son diferentes, y por tanto tienen diferentes intereses e inercias.

Más allá de eso, en esta legislatura española ambas formaciones tienen una lista de objetivos similar. El primero es interno: ambos quieren presentarse ante su electorado como más eficaces que sus directos rivales, de la derecha nacionalista e independentista. Para ello, y este es el segundo objetivo, ambos quieren tener un papel de influencia en Madrid, compatible con una posición independentista. Y el tercer objetivo es aprovechar todo lo posible la ventana de oportunidad que ofrece el gobierno de Sánchez e Iglesias en la Moncloa.

Parecen tareas bastante trabadas y es cierto que son coherentes entre sí. Pero tienen una contradicción de partida difícil de gestionar: son unos independentistas pactando y sosteniendo al Gobierno de un Estado contra el que también necesitan cargar. En el caso abertzale puede ser más comprensible, por el momento de la sociedad vasca. Pero, para ERC, el relato es francamente complicado, comenzando por la dificultad de entender en Europa la denuncia del Estado que hace uno de los mejores socios del Gobierno de ese estado.

El independentismo de izquierdas ha optado por la táctica de separar en dos esferas diferentes el Gobierno de la Justicia, y cargar contra la segunda para ahorrar al primero las críticas más duras. En los discursos supura la idea de que la Justicia torpedea sus pactos, cosa que no es descartable. Pero es posible que esto les lleve a un abismo, pues si el problema ya no es el Estado sino su Justicia, la respuesta no es la independencia, sino la reforma en clave española. Una idea que hoy podría parecer inofensiva pero que a la larga es corrosiva para el independentismo.