Raimundo Fitero
DE REOJO

Un brindis

Nos merecemos brindar con toda la enjundia, el protocolo y la prudencia necesarias para no soliviantar nuestra incertidumbre. Entre la soledad y el miedo al virus nos encapsularemos en nuestra mismidad. No habrá silla, sino sillas y mesas vacías. O vaciadas. El consumo de datos crecerá, el internet circulará a tope, habrá cortes, caídas y recaídas, y cuando queramos darnos cuenta ya habrá pasado todo. Hasta lo que no queremos que pase, hasta la pantomima del cuñado de Urdangarin intentando una pose de estadista cuando es el último mono de un mal circo de figurones. Una patraña más.

Los menús parece que vienen cargados de improvisación, tradición y novedades de mercado. Las colas de última hora no son otra cosa que la expresión de la cautela desbordada. Las últimas noticias de este asunto son nefastas, se baten todos los récords en todos los puntos cardinales que nos llevan a la catástrofe global. Sigo sin entender de manera clara la situación de la pandemia en Asia. No soy capaz de asimilar que en China hablen de decenas de infectados que provocan acciones de confinamiento rotundas, mientras que en Europa prevalece más la cuenta de resultados de algunos comercios, aunque después acabe en una nueva cuenta de muertos y de cierre total. 

Yo quisiera brindar por algo como es que este medio no falló ningún día, que salió a su encuentro en todas las situaciones, que contó, animó, criticó, veló por encontrar una línea de flotación que no nos hundiera todavía más. Brindo por todos los equipos humanos que han hecho posible que esta cita haya sido para quienes nos siguen un alivio, una alerta, un grito, una luz o un compromiso. Y brindo por todos ustedes que nos leen, nos apoyan, nos completan, nos hacen sentir necesarios y útiles. Va por ustedes.