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GUERRA EN UCRANIA

Moscú negocia con Kiev a la vez que pone sobre la mesa la carta nuclear

El Gobierno ucraniano accedió a negociar con Rusia en territorio bielorruso, a la vez que Moscú replicaba a las sanciones y al rearme occidental poniendo en alerta sus fuerzas nucleares. La crisis ha llevado a la UE a aceptar sin reparos armar a un país en guerra y censurar medios rusos, y a Berlín a romper su cautela en el gasto militar.


En el cuarto día de invasión rusa, Ucrania y Rusia anunciaron una reunión negociadora en la frontera de Bielorrusia. A pesar las reticencias iniciales del Gobierno ucraniano a mantener conversaciones en territorio bielorruso, el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, confirmó que las delegaciones negociadoras rusa y ucraniana se reunirían en la frontera entre Ucrania y Bielorrusia, cerca del río Prípiat. Zelensky no albergaba muchas esperanzas sobre el resultado pero dijo que accedió para que nadie dude de que «traté de detener la guerra, cuando había una pequeña, pero aún así una oportunidad».

Zelensky pactó el encuentro con el presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, en una conversación telefónica en la que acordaron que se llevara a cabo «sin condiciones previas».

Lukashenko se comprometió a que «todos los aviones, helicópteros y misiles estacionados en territorio bielorruso permanezcan en tierra durante el viaje, las conversaciones y el regreso de la delegación ucraniana». La delegación rusa se dirigió a la región de Gomel encabezada por Vladimir Medinski, asesor del presidente Vladimir Putin.

Zelensky se había negado la víspera a un encuentro suelo bielorruso, nación a la que acusa de participar activamente en la invasión rusa. En su lugar, ofreció otros foros como Polonia, Turquía o Azerbaiyán. «Varsovia, Estambul, Bakú: hemos ofrecido a Rusia mantener conversaciones en estas ciudades, o en cualquier otra ciudad donde no se estén lanzando misiles contra Ucrania», había afirmado Zelensky. Por su parte, Moscú presionó dando de plazo hasta las 13.00 (15.00 en Euskal Herria) para que el Gobierno ucraniano aceptara la negociación.

El ministro de Exteriores de Ucrania, Dmitro Kuleba, afirmó que su país no va a «capitular ni a entregar una pulga de su territorio» en el encuentro. «Vamos a escuchar lo que quiere decir Rusia (...) y a decir lo que pensamos de esta guerra», añadió.

Putin quiere forzar un acuerdo favorable colocando a Kiev en situación de debilidad antes de se refuerce más militarmente o se estanque la invasión.

Pero Ucrania también necesita frenar la ofensiva cuando ya cuenta con más de 350 muertos y decenas de miles de refugiados, el Ejército ruso en las calles de sus principales ciudades y combates en varios frentes.

Alerta de fuerzas nucleares

En ese contexto, Putin quiso replicar con una imagen de dureza a las sanciones occidentales y el rearme de Ucrania y de varios de los países de la OTAN, anunciando que pone en un «régimen especial de servicio» a las fuerzas de disuasión estratégica del país en respuesta a las sanciones y a «los agresivos comentarios formulados por los líderes de la OTAN».

Las fuerzas de disuasión están especializadas en el lanzamiento de misiles balísticos y de crucero de gran alcance, y son responsables del control habitual de armas nucleares.

Entre los castigos a Moscú, los países de la UE, Gran Bretaña, Canadá, EEUU y Japón han excluido a varios bancos rusos del sistema de transacciones interbancaria Swift, la base de la arquitectura financiera global que usan 11.000 bancos en 200 países para hacer transferencias y pagos. La UE limitó la denominada «opción nuclear», que prevé entre en vigor hoy, a ciertos bancos para reducir daños que sufrirán todas las economías y mantener aún la posibilidad de endurecer la medida.

Bancos y exclusión aérea

Pero la sanción más dura es la congelación de 600.000 millones de euros en oro y divisas de los activos internacionales del Banco Central ruso que, no obstante, dijo poder garantizar la estabilidad financiera del país.

A ello los países de la UE, y también Gran Bretaña, Noruega. Moldavia, Macedonia del Norte y Canadá añadieron la exclusión del espacio aéreo a las compañías rusas, forzadas así a realizar grandes desvíos.

Como represalia, Moscú prohibió el sobrevuelo de su territorio a aviones vinculados a Gran Bretaña, Letonia, Lituania, Estonia, Eslovenia, Bulgaria, Polonia y República Checa.

Las medidas europeas de castigo a Rusia, que incluyen también el veto a sus medios de comunicación Russia Today y Sputnik, suponen una ruptura de relaciones económicas y políticas con repercusiones a largo plazo y que harán, como afirmó el canciller alemán, Olaf Scholz, «que el mundo ya no será el mismo que antes».

Igual que supone una inédita medida el hecho de que la UE vaya a financiar, a través de un fondo extrapresupuestario, el suministro de armas y equipos militares a Ucrania, como anunció la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen.

El representante diplomático europeo, Josep Borrell, se congratuló de que «haya caído el tabú de que la UE no proporciona armas en una guerra» y anunció los primeros 500 millones de ayuda y la entrega de aviones de combate.

También Alemania ha roto con una política de contención del gasto militar y destinará 100.000 millones de euros adicionales a rearmar la Bundeswehr e invertirá a partir de ahora más del 2% anual de su PIB en defensa. El Estado francés, Países Bajos, Bélgica o Suecia –primera vez que suministra armas a un país en conflicto desde 1939– también anunciaron el envío de ayuda militar a Kiev.

Sobre el terreno, en el cuarto día de la ofensiva rusa, las fuerzas ucranianas aseguraron tener el control total de Jarkov, la segunda ciudad ucraniana, con 1,4 millones de habitantes, a pesar de que los combates continúan.

Kiev sostiene que sus tropas mantienen sus posiciones y los combates se libran en «los mismos lugares que hace tres días».

Por el contrario, el Ministerio ruso de Defensa, aseguró que sus tropas «bloquearon totalmente las ciudades de Jerson y Beriansk y tomaron el control de la ciudad de Guenichevsk y el aeródromo Chernobayevka», cerca de Crimea y que las milicias prorrusas del Donbass han avanzado 52 kilómetros con apoyo del Ejército ruso. El Ejército ruso afirma haber destruido 975 instalaciones militares ucranianas pero por primera vez, admitió bajas y prisioneros.

Por otro lado, Ucrania apeló la Corte Internacional de La Haya y acusó a Rusia de genocidio y de considerar las áreas habitadas «como un objetivo legítimo». Elogió la formación de una coalición internacional de apoyo Ucrania y pidió a los extranjeros que se sumen al combate en una «Legión Internacional».

En Kiev, bajo toque de queda, la alcaldía señaló la presencia de «grupos subversivos» dedicados al sabotaje, pero no de tropas, aunque unos 30 kilómetros al suroeste, seguían los combates por el control de la base aérea de Vasylkiv. De hecho, el alcalde, Vitali Klitschko, dijo no poder evacuar a la población «porque todos los caminos están bloqueados. En este momento estamos cercados», y admitió también problemas para garantizar el suministro de alimentos.

Ya han huido del país al menos 368.000 personas

La Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) elevó a 368.000 los refugiados ucranianos que han abandonado su país debido a la invasión rusa iniciada el 24 de febrero, entre ellos los 150.000 que calcula han huido a la vecina Polonia. Otros 43.000 cruzaron la frontera hasta Rumanía, y también se han registrado movimientos hacia Moldavia, Eslovaquia y Rusia, según la agencia de Naciones Unidas, que también calcula unos 160.000 desplazados internos. Tanto Acnur como el Gobierno ucraniano han advertido de que hasta cinco millones de personas, casi la décima parte de la población nacional, pueden abandonar Ucrania debido al ataque ruso. La ONU calcula que el conflicto ha dejado ya al menos Según el Ministerio de Salud de Ucrania, al menos 352 civiles han muerto y 1.115 personas han resultado heridas desde el jueves. Los ataques han dañado o destruido cientos de viviendas. Otras han quedado incomunicadas o sin suministro de electricidad y agua. A diferencia de otros conflictos, la mayoría de los países de la UE se inclinaba por activar la normativa que permite conceder protección temporal en el conjunto del bloque a todos los desplazados ucranianos con un permiso de residencia y derecho a trabajar. La UE teme que la crisis humanitaria alcanzará «proporciones históricas».GARA