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AZKEN PUNTUA

Gaza, supervivientes del periodismo


Desde 1991, en la larga lista de días internacionales, el 3 de mayo recuerda la libertad de prensa como un «derecho democrático». Sin olvidar al compañero Pablo González, encarcelado en Polonia desde hace dos años, me parece una obligación dejar constancia de los 141 periodistas palestinos muertos o asesinados por el Ejército israelí y de las decenas de trabajadores de los medios de comunicación, heridos, detenidos o encarcelados por el gobierno genocida de Netanyahu. En Gaza, la libertad de prensa es asesinada cada día con bombas, pero también con el silencio selectivo de las informaciones, con la parcialidad, la manipulación y la frivolidad con que los grandes grupos mediáticos informan en un afán canalla por blanquear los verdaderos intereses económicos y políticos de Israel, de la UE y de EEUU. En Gaza, el derecho a la información, la humanidad y la libertad de expresión se pueden considerar los audaces supervivientes de una vieja profesión, el periodismo, que, a pesar de todo, merece la pena ejercer. Sobre este agitado y mágico oficio de escribir, el escritor Paul Auster, activista contra la guerra del Vietnam en su juventud, decía: «Ninguna otra ocupación exige a quien la desempeña que entregue el ser, el alma, el corazón y la cabeza sin saber si al final habrá recompensa».