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EL INFIERNO EN GAZA INCENDIA ORIENTE MEDIO

Irán y Hizbulah estudian una respuesta «inevitable» pero medida

Irán, Hizbulah, Hamas y los grupos aliados en Irak y Yemen estudian una respuesta contra Israel por las muertes de Ismail Haniyeh, en Teherán, y del comandante de la milicia libanesa Fuad Shukr. Advirtieron de que será «inevitable» y abrirá «una etapa totalmente nueva», pero a la vez miden su alcance, conscientes de que Israel es el principal interesado en una guerra amplia.

El líder supremo iraní, Ali Jamenei, y el presidente, Masud Pezeshkian, en el funeral de Ismail Haniyeh y de su guardaespaldas. (AFP)

Después de los duros golpes que Israel ha llevado a cabo contra Hamas y Hizbulah, los grupos palestino y libanés, junto con Irán y los aliados que conforman el Eje de Resistencia, están debatiendo una respuesta coordinada contra Israel, que anuncian como inevitable, pero que pueden medir para evitar una conflagración regional y esperar una derrota estratégica sionista.

Tras las recientes muertes del máximo comandante de Hizbulah, Fuad Shukr, y del líder político de Hamas, Ismail Haniyeh, el miércoles se reunieron en Teherán líderes iraníes con representantes de grupos aliados para coordinar su posición, según una fuente cercana al grupo chií, que apuntó que «se mencionaron dos escenarios: una respuesta simultánea de Irán y sus aliados o una respuesta escalonada de cada parte».

El líder supremo de Irán, el ayatollah Ali Jamenei, prometió el miércoles infligir un «castigo severo» a Israel por la muerte del líder de Hamas, Ismail Haniyeh, en Teherán.

El líder de Hizbulah, Hassan Nasrallah, por su parte, anunció ayer que la respuesta contra Israel es «inevitable» y que la batalla ha entrado en una «etapa totalmente nueva». «No sabéis cuáles son las líneas rojas que habéis cruzado, cuáles son las agresiones que habéis cometido ni a dónde vais con esto», advirtió Nasrallah en un discurso televisado.

Israel mató a Haniyeh junto a uno de sus guardaespaldas en un ataque contra su residencia en Teherán, donde se encontraba para participar en la ceremonia de investidura del nuevo presidente iraní, Masud Pezeshkian. «No solo se violó la soberanía de Irán, sino que también se violó su seguridad nacional, dignidad y, sobre todo, su honor. Porque Haniyeh fue su invitado, fue asesinado en su tierra y para el mundo islámico eso tiene cálculos diferentes», apuntó el líder de Hizbulah.

Pocas horas antes, Israel había bombardeado también un edificio residencial en Beirut, donde mató a Fuad Shukr. Nasrallah reconoció que la muerte del alto mando del grupo «dolió mucho», pero que su pérdida no tendrá ningún impacto en la determinación de sus filas. Junto a Fuad Shukr, Israel mató a tres mujeres, dos niños de 8 y 13 años y un ciudadano iraní e hirió a unas 80 personas. «Fue contra una zona civil, no una base militar; mataron a civiles y son mujeres y niños. Actuaron como si fuera una reacción con propaganda de una acusación falsa», denunció Nasrallah, en referencia al ataque que el sábado causó la muerte de doce menores en un campo de fútbol en el Golán bajo ocupación israelí y del que Hizbulah se ha desvinculado.

Hamas también prometió vengar a su líder. Los palestinos «perseguirán a Israel hasta que sea desarraigado de la tierra de Palestina», advirtió el líder palestino Khalil al-Hayya, durante el funeral de Haniyeh.

«Es muy probable que la respuesta sea coordinada (...) entre los actores de la resistencia», Irán, Hizbulah, los huthíes, la movilización popular iraquí, Hamas y la Jihad Islámica, opina el analista Amal Saad, que cree que lo ocurrido reforzará la coordinación táctica entre ellos.

En Irak, un líder de la Resistencia Islámica indicó que la opción más probable sería «que Irán lance, con formaciones de Irak, Yemen y Siria, una respuesta contra objetivos militares israelíes» y que Hizbulah podría atacar objetivos civiles en respuesta al ataque dirigido a su líder militar, en el que también murieron cinco civiles.

El Eje de Resistencia mide su respuesta, a pesar de la dureza de los golpes recibidos, para no provocar una guerra regional en la que tiene más interés Israel. «Irán y Hizbulah no querrán seguir el juego de Netanyahu y darle el cebo o los pretextos que necesita para arrastrar a EEUU a una guerra», explica Saad. «Intentarán evitar una guerra, pero al mismo tiempo disuadir fuertemente a Israel», añade.

Así, debería esperarse por parte de Irán una respuesta más fuerte que su ataque del 13 de abril con drones y misiles contra territorio israelí, en represalia por un bombardeo israelí contra el consulado persa en Damasco. Entonces, se preocupó de advertir a EEUU antes de lanzar esta respuesta, lo que evitó que alcanzaran zonas sensibles. Irán se ve obligado ahora a responder a un ataque contra su capital que mató a uno de sus huéspedes, pero se juega su supervivencia en una guerra generalizada e incontrolable.

También el analista Esfandyar Batmanghelidj cree poco probable que la muerte de Haniyeh arrastre a Irán a una guerra más amplia. Considera la escalada israelí «victorias tácticas en medio de una derrota estratégica».

En su opinión, Israel está tomando cada vez medidas más temerarias por su aislamiento y debilidad, y cree que Irán no solo busca evitar una guerra generalizada porque tiene mucho que perder, sino que le conviene «absorber estas derrotas» mientras el Estado israelí se descompone.

Así, cree que Israel ha destruido Gaza, pero a la vez «está destrozando el tejido de su propia sociedad», una opinión que coincide con la de analistas israelíes que alertan del riesgo del colapso del Estado sionista. Con todo, también apuntan los riesgos a los que este colapso puede arrastrar a toda la región.

NETANYAHU ADVIERTE

Igualmente, la respuesta de Irán a la muerte de Haniyeh, aunque fuera modulada, no está exenta del riesgo de un error de cálculo que haga estallar un conflicto mayor.

Por su parte, Benjamin Netanyahu, aseguró ayer en la reunión con el Comando del Frente Interior del Ejército que Israel está preparado para «cualquier escenario, defensivo u ofensivo». «Cobraremos un precio muy alto por cualquier acto de agresión desde cualquier ámbito», advirtió.

El dirigente israelí celebró, además, la muerte de Mohamed Deif, «número dos» de Hamas en Gaza y líder del brazo armado del grupo, las Brigadas Ezzedine al-Qassam.

Para acabar con Deif, el Ejército bombardeó la «zona humanitaria» de Mawasi el pasado 13 de julio, en una de las grandes masacres de la ofensiva, en la que mató a 90 palestinos e hirió a otros 300.

El bombardeo también acabó con la vida de Rafaa Salameh, comandante de la brigada Jan Yunis de las Brigadas Ezzedeine al-Qassam y mano derecha de Deif. Y es que, mientras el mundo especula con una guerra amplia en Oriente Medio, ya está asistiendo a una catástrofe en Gaza que ayer cumplió 300 días con crímenes de guerra y decenas de muertos a diario. Israel mató ayer al menos 15 palestinos, entre ellos mujeres y niños, e hirió a casi una treintena más en un bombardeo aéreo contra la escuela Dalal, que albergaba a familias desplazadas en el barrio de Shujaiya de la ciudad de Gaza.

Este ataque llega cinco días después de otro contra la escuela Khadija en Deir al-Balah, que mató a unos 30 palestinos y dejó un centenar de heridos. Esa escuela, donde se había instalado un hospital de campaña, albergaba a más de 4.000 desplazados. Estos 300 días han dejado una Gaza arrasada, 39.480 muertos, más de 91.000 heridos, 10.000 desaparecidos bajo los escombros y 1,9 millones de desplazados bajo la amenaza de hambruna y la falta de agua potable, medicinas y electricidad.



La penúltima incursión en Tulkarem

El Ejército israelí perpetró en julio la enésima incursión en Tulkarem, feudo de Hamas en la Cisjordania ocupada, destruyendo calles, viviendas y negocios de los habitantes del ya golpeado campo de refugiados de Nur Shams.

En vídeos en las redes se puede ver cómo los soldados israelíes hostigaban a los periodistas que trataban de cubrir la violenta incursión en la que los bulldozers israelíes levantaban las calles y arrasaban con todo tipo de infraestructuras. Las explosiones y ráfagas retumbaron durante horas en el campo.

Cuando el Ejército israelí se retiró, los refugiados y los residentes del resto de la ciudad, salieron a limpiar los destrozos. Sin energía ni agua, cortada durante la incursión, y que tardó días en ser restablecida. «Esta vez no hubo muertos, pero mira qué destrucción», se lamentaba un vecino.

En pleno descanso de la faena, los vecinos se sentaban junto a las ruinas a compartir un café y a conversar a la sombra del calor intenso de la tarde en medio de los escombros de la que alguna vez fue su casa, su tienda, su calle.... La vida y la dignidad en medio de la destrucción.

Lo han visto muchas veces y solo queda tirar para adelante. La destrucción de sus vidas, de su territorio, de su hogar es algo habitual en las últimas semanas, meses, años y décadas.

Otro residente se muestra cansado de que les traten como «resilientes. Nos toca serlo. No tenemos más que esta vida y esta tierra». Mauricio MORALES