Entrecomillado sustantivo
Es difícil acostumbrarse a este exacerbado clima de violencia política verbal. Sin renunciar a los errores propios, parece claro y evidente que las consignas de la Internacional del Odio son seguidas por individuos, organizaciones sociales, agrupaciones profesionales, partidos políticos y medios de comunicación de una manera algo más que preocupante. Hay demasiados días en los que el mensaje predominante por activa y por pasiva va siempre en la misma dirección para socavar cualquier idea democrática garantista.
Nadie pone en duda que cada imagen que vemos, cada audio, cada declaración a la que llegamos forma parte de una estrategia global. No sabemos nada o muy poco de lo que está pasando en Gaza. Mucho menos en Ucrania-Rusia. Debemos apegarnos a un relato sin más convicción que nuestros deseos de que la historia sea de la manera que queremos que sea. Ver a Trump en campaña electoral, insultando, ridiculizando, vejando a Kamala Harris, provoca angustia, ¿así se pueden ganar unas elecciones en USA?
Hemos asistido a uno de esos momentos irreconciliables con la esperanza tras el asesinato de Mateo, ese niño que jugaba al fútbol y fue apuñalado. Todas las sospechas vertidas sobre unos menores no acompañados que habían llegado a su población, lo dicho y escrito en toda la órbita fascista española sobre un hombre magrebí, forman parte de la miseria más absoluta. Resultó ser un varón blanco, de veinte años, vecino de Madrid con parentescos directos en la localidad. No sé usar el entrecomillado sustantivo. Escribo García Albiol y se me entiende.