Mikel ZUBIMENDI

Caos, nervios y pánico en un final frenético no apto para cardíacos

Con ambos candidatos cruzándose ataques, la campaña que más negatividad ha rezumado en la historia de EEUU se acerca a su fin. Clinton se centra en no perder los estados en los que tiene una pequeña ventaja, mientras manda a Obama a movilizar el voto afroamericano en estados clave como Carolina del Norte. Trump, por su parte, recupera para la causa a primeros espadas republicanos como Paul Ryan y recorre media docena de estados disputados.

La campaña más ácida, con una retórica casi de guerra civil y de resentimiento que jamás haya vivido EEUU, llega a su fin. Los dos candidatos, ambos impopulares y odiados, se lo juegan todo a un cara o cruz, conscientes de que no habrá un ganador hasta el último metro, hasta que hayan cerrado todos los colegios y se hayan contado todos y cada uno de los votos.

Trump, vivió momentos de caos en la noche del sábado cuando los miembros del servicio secreto tuvieron que sacarlo del escenario durante un mitin en Reno, Nevada, tras escucharse gritos en la audiencia de «¡pistola! ¡pistola!» que finalmente resultaron falsos. Tras volver instantes después, se reafirmó en su idea de que «nadie nos va a parar» y acusó a Clinton de pulsar constantemente el «botón del pánico» y de estar a la «defensiva».

En los últimos suspiros de campaña, Trump ha tenido otra buena noticia. Paul Ryan, el líder de los republicanos en el Congreso, se ha vuelto a subir al barco. Como tantos otros, nunca había sido un gran seguidor de Trump, recientemente dijo que le votaría pero que nunca haría campaña por él. Pero en este último sprint, quizá consciente de que los aires han cambiado de dirección, ha decidido sumarse a la causa.

«Os lo pido personalmente»

Hillary Clinton, por contra, va a echar el resto en Michigan, un estado de amplias capas trabajadoras blancas que los republicanos no ganan desde George H. W. Bush, allá por 1988, y que ambiciona Trump a toda costa. Su escasa y menguante ventaja y el hecho de que este estado no tenga voto adelantado explica ese último esfuerzo, y ya anuncia que mañana, jornada electoral, visitará en hora punta para votar estados como Pennsylvania y New Hampshire.

Su mayor apoyo en estos últimos días esta siendo un presidente Obama que no para de loar las «virtudes» de Clinton y de alertar sobre los «peligros» de Trump. Obama lo está dando todo en Carolina del Norte, un estado de gran población afroamericana, donde invitó a sus seguidores a patear barrios y a decirle a la gente negra que vote «porque Barack se lo está pidiendo personalmente».

Es imposible que los negros apoyen a Clinton al mismo nivel que lo hicieron con Obama. Además, Trump ya ha conseguido suprimir mucho voto de las minorías, incluida la negra.

 

Dos campañas destructivas con una lógica aplastante: funcionan

Una reciente encuesta realizada conjuntamente por CBS News y “The New York Times” señalaba que un 82% de los encuestados estaban asqueados por el tono de la campaña. Todos los analistas coinciden, a su vez, que jamás se había visto en la historia de EEUU una campaña tan tóxica y con tanta negatividad.

La división social es creciente. Y está por ver, gane quien gane, si las profundas heridas que esta carrera a la Casa Blanca ha abierto sanarán tras las elecciones. Parece algo imposible. Máxime sabiendo que si gana Trump, los demócratas van a contestar su victoria, denunciarán que lo ha logrado porque el FBI ha hecho campaña por él, porque ha tenido los favores de Rusia. Si gana Clinton, para los seguidores de Trump su victoria será consecuencia de un amaño de votos a gran escala, el «trumpismo» no va a desaparecer de la vida pública, los republicanos van a iniciar un proceso de impeachment contra ella.

Pero por paradójico que parezca, las campañas de Trump y de Clinton, las dos, están respondiendo a algo que, según las encuestan, los ciudadanos detestan. Intentar destruir la integridad y reputación del contrincante, incidir en la negatividad. Y la razón es sencilla: guste más o guste menos, funciona. Da dividendos.

Esta campaña está demostrando que explotar lo grotesco, las vulnerabilidades del adversario, su conducta sexual, el narcicismo o la megalomanía son para ambos el camino a la victoria.M.Z.