Una caravana de furgonetas de Larrabetzu a Bilbo exigirá el 7 de mayo el fin de la dispersión
Mirentxin Gidariak pretende que 400 furgonetas circulen el 7 de mayo por las calles de Bilbo para reivindicar que se acabe la dispersión y, al mismo tiempo, homenajear el gesto de solidaridad que supuso la creación de ese grupo de voluntarios que realizan cada semana catorce viajes a las cárceles para ayudar a familiares y amigos de los presos en sus desplazamientos.
Conductores voluntarios y familiares de presos se han dado este viernes cita en la plaza del Arriaga, en Bilbo, para presentar la Furgo-Martxa de Larrabetzu a la capital vizcaina y vuelta a ese municipio de Txorierri con la que se busca escenificar lo que supone esta política de excepción. Joseba Azarloza, uno de esos voluntarios, ha explicado que esas 400 furgonetas que pretenden reunir en esa movilización de 6 kilómetros quieren representar a las 400 realidades que vive igual número de familias cada semana.
«Queremos hacer saber –ha añadido Azarloza–, que estamos cansadas y cansados. Asqueados y asqueadas. Que tenemos que dar la vuelta a esta situación entre todas y todos. Que no queremos conducir más estas furgonetas». La iniciativa, además de la denuncia de la actual política penitenciaria, quiere arropar a los familiares pero dejando muy claro que no es un problema solo de ellos. Es un asunto que incumbe al conjunto de la sociedad vasca.
Los 850 voluntarios que componen Mirentxin Gidariak, que conducen semanalmente nueve furgonetas, se organizaron hace ya tres lustros para hacer más llevaderos los viajes a las cárceles españolas y francesas. «Somos voluntarios y voluntarias que tras nuestras jornadas laborales, nos ponemos en la carretera. Por encima de los riesgos y miedos, un humilde gesto de solidaridad para que estos familiares y amigos no pierdan las visitas que deben realizar fin de semana tras otro», ha explicado Azarloza.
Antes, ha tomado la palabra Araida Legarreta-Etxebarria, hija de la mujer que da nombre a esta iniciativa solidaria, Mirentxin Aurrekoetxea. Esa familia vivió durante 21 años la realidad de la política penitenciaria y las serias dificultades que debían afrontar para poder visitar a sus seres queridos con desplazamientos a Algeciras, Puerto de Santa María o Castelló.
A la conclusión del acto, quienes componen Mirentxin Gidariak han escenificado su voluntad de romper las furgonetas que les sirven de vehículo de solidaridad. Tampoco han olvidado a las 16 personas que han muerto en la carretera dirigiéndose a esas cárceles lejanas.