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Lapid logra respaldo para el nuevo Gobierno en Israel con el inaudito apoyo del islamista Raam

El líder de la oposición israelí, Yair Lapid, ha recibido el apoyo de la lista islamista Raam, completando los apoyos necesarios para formar una coalición de gobierno que acabe con 12 años de mandatos de Benjamin Netanyahu. Lapid ha reunido desde ultraderechistas a laboristas y, ahora, islamistas.

El líder de Yamina, el ultraderechista Naftalí Bennet, en el centro, junto a Benny Gantz, de Azul y Blanco. (Roven ZVULUN/AFP)

El líder de la oposición israeli Yair Lapid ha logrado la cuadratura del círculo al conseguir, poco antes de que expire su plazo esta medianoche, incorporar al partido islamista Raam a su proyecto.

El nuevo Gobiernon israelí arrancará dirigido por el ultraderechista Naftalí Bennet durante dos años, para ceder luego el cargo a Lapid, que ha comunicado al presidente, Reuven Rivlin, que ha reunido los votos necesarios.

Ultraderechistas, religiosos, laicos, laboristas e izqueridistas ya eran una amalgama difícil de sacar adelante pero el deseo de echar al actual primer ministro, Benjamin Netanyahu, tras doce años en el poder, ha unido incluso al partido islamista Raam.

Raam, liderado por Mansur Abbas, ha hecho oficial este miércoles su apoyo al proyecto de coalición anti-Netanyahu, superando uno de los últimos obstáculos que Lapid tenía para formar gobierno. 

Abbas «ha firmado el acuerdo de coalición para formar un gobiero de unidad», ha indicado la oficina de Lapid, que tenía hasta medianoche (hora israelí) para completar el proyecto que presentará al presidente israelí, Reuven Rivlin.

Entre las exigencias de Abbas se encontrabar derogar una ley de 2018 que obstaculiza la construcción a los palestinos con ciudadanía israelí, cuyos derechos están limitados frente al de sus vecinos judíos.

«Beneficiará a los árabes»

El partido de Lapid, Yesh Atid, ha asegurado que el acuerdo «beneficiará al público árabe, sin los irresponsables sueños que Netanyahu le prometió. No hay elementos nacionsalistas, solo el bien público –educación, infraestructura, salud, refuerzo legal y más–».

Hasta las últimas elecciones, Raam participaba en la Lista Conjunta con otras formaciones palestinas, pero en esta ocasión decidió presentarse en solitario aceptando entrar en el juego de acuerdos con los sionistas, y consiguió cuatro escaños, ahora vitales para Lapid.

La participación de Raam choca con la presencia en la coalición de figuras como la de Naftalí Bennet, un ultraderechista del partido Yamina, ex socio de Netanyahu, que llegó a jactarse de haber matado árabes –y no tengo ningún problema con eso»– o a justificar la ocupación de Palestina o el apartheid porque «lo dice la Bilblia,» por encima de las leyes.

Tras el apoyo de Abbas ha llegado la firma del derechista laico Guideon Saar, líder de Nueva Esperanza y minutos después se ha confirmado la firma de Yamina–que tras coquetear con Netanyahu el domingo anuncio su apoyo al «gobierno de cambio»–.

El comité judicial, la otra pelea

Otra de las principales disputas entre los miembros de la coalición era la designación de los miembros del comité de nombramientos judiciales, en el que Ayelet Shaked, número dos de Yamina, pretende ocupar el lugar que estaba asignado a la líder laborista, Merav Michaeli.

Shaked, exministra de Justicia (2015-2019), ha sido una de las voces más fuertes de la campaña de los partidos derechistas para limitar los poderes del Tribunal Supremo y reformar el sistema judicial en su conjunto.

Precisamente, su presencia en este comité, que entre otras tareas designa a los jueces del Supremo, otorgaría una mayoría al ala de derechas del nuevo Ejecutivo.

El acuerdo alcanzado supone que ambos partidos se turnarán en el cargo.

Según el acuerdo, Benet ocuparía el cargo de primer ministro dos años antes de transferirlo al centrista Yair Lapid, que encabeza la formación Yesh Atid.

Pero nada estará cerrado hasta que el Gobierno tome posesión en el Parlamento, ya que los acuerdos políticos, y más aún con esta fragilidad, no son vinculantes.

Además, los partidos que no formen parte del Ejecutivo, incluyendo al Likud de Netanyahu, tendrían la posibilidad de disputar la legalidad de los acuerdos alcanzados, en un intento de obstaculizar su formación, según el abogado Tomer Naor, miembro del Movimiento por un Gobierno de Calidad en Israel.