Pablo CABEZA

El músico de las mil caras, cien dedos y quince guitarras con vida

Con ocho años, Joseba Irazoki Agirre escuchaba en el coche paterno una cinta de Pedrito Fernández. Con doce mezclaba a Itoiz con Kortatu. En la actualidad, a sus 38 años, el brillante músico de Bera, con una capacidad de trabajo asombrosa, se ha convertido en un músico inquieto, versátil, solicitado e imprevisible.

Joseba Irazoki. (Pablo Cabeza)
Joseba Irazoki. (Pablo Cabeza)

El 27 de abril de 2010 se publicó «We are one in the sun (a tribute to Robbie Basho)». En la correspondiente versión digital, aparecía la canción «Bashorentzat». La firmaba Joseba Irazoki. El sello que lo publicó tiene su base en Groveland, Massachusetts. Basho fue uno de los guitarristas más singulares (aunque translúcido para muchos) de EEUU en el periodo 65-85 y no fue más allá porque falleció a los 46 años de un derrame cerebral provocado accidentalmente por su quiropráctico al manipularle el cuello.

Si Irazoki puede estar en este recopilatorio es porque cuenta con los suficientes valores como para tratarse de tú a tú con otros guitarristas de notable nivel internacional que también participan en el tributo. Con todo, quienes sigan la pista de Joseba desde hace años, entenderán este y otros honores que alberga uno de los músicos vascos con mayor crecimiento y proyección de los últimos años.

Irazoki es un inconformista, por lo que desde proyectos como Do, Don Benito o su larga lista de bandas en paralelo, colaboraciones y referencias en solitario conforma un infinito donde el blues lijoso, el folk cargado de LSD, el rock experimental, la sicodelia sin flores en la cabeza, el abstracto concepto de vanguardia... y la improvisación son parte de él. Con Irazoki se sabe cuál es el presente, pero no su futuro cercano, ya que su capacidad de transformación es tan disparatada que el Irazoki de la semana pasada puede que no tenga nada que ver con el que se presente dentro de otra y ni Luzbel (en especial, si Joseba aparece con su traje rojo infierno) conoce como será su batalla, y ni con quién ni con quiénes.

Hace unas semanas se publicaba un delicioso 10 pulgadas en vinilo, «Joseba Irazoki oso banda». Como avanza el título, él lo toca todo, como en sus últimos conciertos, donde monta un escenario tan repleto de pedales y cachivaches que bien parece el puesto de un vendedor apurado en el rastro dominical de la Plaza Nueva de Bilbo.

En el pequeño vinilo versiona a Sun City Girls, una tormentosa banda de Arizona que admira gracias a su propuesta rockera experimental y a la guitarra de Richard Bishop. La discografía de la sombría banda (del 79 al 2007, cuando expira) es tan variada y compleja como podrá serlo la de Irazoki en una década más. Toca blues-rock campero flasheado en «Esperoan daude». Saluda a Tom Waits y a Captain Beefheart en «Zozoak». Comienza «Esoterica of Abyssinia» con sonidos de aves; las acaricia con unos acordes folk atípicos y echan a volar en cuanto Irazoki se violenta. Concluye con «Plentzian zozoak esperoan», donde ahora es la selva quien pasa por delante y la improvisación conquista el surco.

Capacidad

Joseba Irazoki produjo y tocó en el reciente «Natura», de Saioa. Grabó y giró con Max Gamuza, disco de un asturiano que se entusiasmó con Irazoki. Ha comenzado los ensayos con Atom Rhumba. Tiene un proyecto con el músico madrileño Miguel Ángel Tolosa, capo del sello Con-V. Colabora estos días con un proyecto del asturiano Nacho Vegas llamado «La vida es bella», un homenaje al cineasta Mike Leigh. Toca con Mikel Erentxun, donde torna más académico. Prepara una colaboración con Beñat Achiary, un veterano rebelde en el tratamiento de la voz y la canción. Se mantiene la posibilidad de tocar (y grabar) con la superbanda integrada por Félix Buff, Jaime Nieto, Iban Urizar, Igor Telletxea y Ager Insunza. Y presenta en solitario «Joseba Irazoki oso banda».

El arsenal del guitarrista: «Mi primera guitarra fue una clásica corriente. Con 16 años me compraron mi primera eléctrica de la marca Marina (copia de Fender Stratocaster) y esa sí que la he conservado, aunque un poco tuneada. La primera guitarra decente fue una Ibanez Reb Beach. Me la compraron mis padres, costó sobre 800 euros».

Esa Ibanez coincide con su época jevi, tan abandonada como la guitarra. En la actualidad mantiene un back-line de quince guitarras contando acústicas, dobros y «algunas antiguas baratas que suelo comprar por Ebay. Lo que más uso son cuatro, dos cuando voy como músico `pro' (una Grestch Cadillac Green y una Telecaster) y otras dos cuando voy con mi proyecto On Man Band: una Silvertone antigua y una Eastwood de 12 cuerdas».

Los estudios: «Empecé con la clásica en el conservatorio de Bera donde un año el profe fue Anjel Unzu. Las primeras clases de eléctrica las tome con Batiz (guitarrista de Gernika) en una tienda que había en Bera. Luego pasé un año yendo a Baiona con Mixel Ducau. Con 20 años tomé un curso intensivo en Londres que fue durillo, pero muy enriquecedor. Como profe he estado bastantes años en musika eskolas y academias».

Sí. Mientras los demás duermen, él pacta sus próximas fechorías.