Imanol Intziarte
Periodista
IKUSMIRA

Camino del Baztan al paso por Endarlatsa

Durante bastantes años mi familia tuvo casa en Arizkun, en el valle del Baztan. Concretamente en el barrio de Bozate, el de los agotes. Mis padres compraron un viejo caserío, y con mucha paciencia y más trabajo lo fueron adecentando. Solíamos ir muchos fines de semana, y además mi hermano y yo pasábamos allí las vacaciones veraniegas con los aitonas.

Buenos tiempos, todo el día con la bici a vueltas, pala y fútbol en el frontón, madrugar para ir a buscar hongos y luego venderlos en algún restaurante, pescar truchas a mano, o intentarlo más bien.

Cada vez que pasábamos por Endarlatsa girábamos la cabeza para mirar hacia el agujero que hay a mitad de uno de los túneles del antiguo trazado ferroviario, hoy convertido en bidegorri. El «Zabalzazulo» lo llamábamos, el hueco por el que dijeron que se escapó Mikel Zabalza.

En mi familia nunca se tragaron la historia oficial. En este país no se la creyó nadie. Otra cosa es que en voz alta se niegue la evidencia porque en la guerra todo vale.

Han pasado treinta años, tres décadas, seis lustros, y los allegados de Zabalza, un conductor de autobuses de línea, continúan reclamando que alguien reconozca lo que todos sabemos, que a la Guardia Civil se le fue la mano en una bañera de Intxaurrondo. Es una vergüenza, un descrédito absoluto, por decirlo suave.

Íbamos por la vieja carretera, que luego fueron mejorando a tramos. Seguimos yendo de vez en cuando porque tenemos familia en Elizondo. Pero desde la nueva variante también se ve el agujero en la otra orilla del Bidasoa.