26 DIC. 2015 IKUSMIRA Sergio y Manu Oihane Larretxea Periodista Aveces ocurren cosas extraordinarias que hacen que vuelva a creer en el ser humano (las decepciones me hacen perder la fe a menudo). Gestos con los que confío de nuevo en su buen corazón, en su generosidad, en su capacidad para actuar por pura bondad. Ocurrió hace unos días, era viernes por la noche y tras preparar una pequeña mochila, tomamos la N-1 con destino a la prisión de Herrera. Nos esperaban por delante siete horas de viaje, pero de lo único que nos debíamos de preocupar era de descansar, de intentar dormir. La carretera y sus dificultades eran responsabilidad de Sergio y Manu. Conocer Mirentxin y las personas voluntarias que llevan a los familiares y amistades a sus correspondientes visitas ha dejado en mí un poso que me ha hecho reflexionar desde entonces, y no puedo evitar emocionarme cada vez que pienso en aquella experiencia tan exprés como profunda. Apenas 24 horas compartidas, pero por las circunstancias los lazos se estrechan con tal intensidad que no puedes imaginarte mejores compañeros de viaje. Otro tanto por los familiares. Gente de diez. Sergio y Manu impregnaron la furgoneta de «buen rollo» y, al igual que hacían en ese momento otros muchos voluntarios al volante, nos dieron kilos de cariño. Su ruta habitual no es Herrera sino Huelva, así que no sé si volveré a verlos. Empleo estas líneas como sincero reconocimiento y de paso como aviso para aquellos que cada vez alejan más a nuestros seres queridos: los lleven a donde los lleven, siempre tendremos quién nos acompañe.