Hablarle a la gente

Es temporada de autocrítica y reflexión en la izquierda independentista. Bien está, tanto una como otra son saludables y, fijo, necesarias. Ahora es a su militancia soberana a quien corresponde hacerla.

Con todo, sobre el tema electoral, que es el que ha desatado este brainstorming, están apareciendo reflexiones que parecen fruto de la ansiedad del momento y que adolecen de cierto simplismo. Análisis que parten de comparar a las víctimas del «batacazo» con los claros vencedores, Podemos, con sendos argumentos: que los del círculo morado tienen un funcionamiento más horizontal y democrático, y que «nos han adelantado por la izquierda».

Lo del funcionamiento democrático creo que queda rebatido por la conformación de las listas electorales de la CAV desde Madrid. Un ordeno y mando poco vanguardista. Respecto a la izquierda, basta recordar que Podemos siempre ha rechazado ser una fuerza de izquierdas, precisamente por considerarlo un lastre para sus aspiraciones, y desde su fundación además ha modulado tanto su discurso que es asumible por cualquier socialdemocracia europea. No veo a mi vecina, que les ha votado, enarbolando hoces y martillos. Bien al contrario.

Podemos ha arrasado porque ha sabido ilusionar a toda esa gente harta de un sistema corrupto que quería, necesitaba, exigía, un cambio profundo en Madrid, pues de eso trataban las elecciones. Y porque lo ha hecho con un lenguaje entusiasta, llano y sobre todo entendible. Porque le habla a la gente en su idioma, sin perífrasis, sin impostar y sin utilizar un lenguaje solo apto para iniciados. Hablar «en nor- mal», que diría aquél. Quizá empezando por ahí...