Tras impulsar el tsunami hostelero, toca recular
La Junta de Gobierno del Consistorio bilbaino aprobó ayer la suspensión de la concesión de nuevas licencias de hostelería durante un periodo máximo de un año en Indautxu, Abando, parte de Basurto y Castaños mientras se procede a redactar y tramitar la modificación del Plan General. Tal y como sucedió antes en el Casco Viejo, el PNV reconoce de facto que su política en esta materia ha logrado colmatar áreas concretas de bares y restaurantes mientras el pequeño comercio ha desaparecido al no poder afrontar los altos alquileres y el desembarco de multinacionales.
Los jeltzales hablan de cierres de bares en algunas calles del Ensanche pero a renglón seguido reconocen que la concentración en otros puntos es bestial, con incrementos del 7 al 37% en lugares donde ya había mucha hostelería. Son los casos de zonas como Ledesma-Albia-Diputación, el entorno de Licenciado Poza-García Rivero, la confluencia de Heros-Ajuriagerra, Alameda Mazarredo, Villarías, así como los alrededores de la plaza de La Casilla. En plena etapa de recorte del gasto, bares y restaurantes de diferente formato surgieron como setas en esas calles mientras quienes ahora dicen que hay que actuar, insistían en que no era para tanto y que la Directiva Bolkestein les obligaba. Se concedieron licencias indiscriminadamente y ahora vienen las consecuencias.
No hay el suficiente número de villanos y foráneos capaz de mantener la actividad de tanto local y toca recular pero sin hacer «autocrítica» en ésta y en otras cuestiones en las que el PNV no escuchó y así le ha ido en el Botxo.