Condones de uralita
Las sobremesas suelen dar mucho juego y la semana pasada, en casa de mis padres, salió el tema del «cierre parcial» anunciado por Arcelor en la planta de Zumarraga –antiguamente denominada Esteban Orbegozo–, fábrica que mi aita conoce muy bien, ya que ha vivido muchos años en esta localidad guipuzcoana. Además, durante varios años trabajó en la planta de Patricio Echeverría de Legazpi, a donde solía ir caminando tras levantarse a horas excesivamente tempraneras.
La industria ha sido un pilar fundamental en toda la comarca, pero ambas factorías han sido adquiridas los últimos años por multinacionales extranjeras. Al preguntarle a mi aita por esta noticia, me respondió apesadumbrado: «Con lo que han sido estas dos fábricas... Cuando entrabas a trabajar en cualquiera de las dos, sabías que ibas a terminar de jubilarte ahí».
Los actuales trabajadores de Arcelor Mittal Zumarraga han demostrado que van a luchar por mantener la actividad, como lo hicieron generaciones anteriores, quienes también tenían momentos para la diversión, como me contó el aita a carcajada limpia:
«Una época trabajé para un recadista, y un día en su casa sus hijos, que eran algo ‘gamberrillos’, le hicieron una broma telefónica a la hija del dueño de una conocida ferretería, que era muy guapa y trabajaba allí. Al descolgar, los chavales le preguntaron si tenían ‘condones de uralita’. Imagínate cuando la joven preguntó a viva voz a su padre si tenían tal utensilio...».
Lakua, Arcelor, no dejéis que esta fábrica, con mil esfuerzos y anécdotas, muera.