28 MAY. 2016 IKUSMIRA Animales en fiestas, dos mundos en colisión Joseba Salbador Periodista Como casi todos los años, el 15 de mayo acudí a la celebración de San Isidro en Astigarraga, donde se organizan diversos actos en homenaje a los baserritarras y, como acto central, la tradicional prueba de arrastre. Se midieron dos parejas de bueyes, una de Cantabria y otra vizcaína, que debían completar el mayor número de plazas posible durante 30 minutos arrastrando una mole de 3.200 kilos. Mientras presenciaba la prueba, no pude evitar acordarme del debate sobre la utilización de animales en fiestas. Y la conclusión a la que llega uno en ese escenario es que existe una evidente colisión entre el mundo rural y el urbano. A muchas personas que viven en la ciudad se les hará duro ver una prueba en la que se pone a prueba a los animales, azuzándoles incluso con los akuilus, pero para el baserritarra que ha vivido toda su vida entre animales, eso es lo normal, porque se han utilizado desde siempre para ayudar en el caserío, y cada uno tiene su cometido claramente definido. Y cuando sacan los bueyes a la plaza no es para disfrutar viéndolos sufrir o morir, sino para ver quién es más fuerte en la competición, tras la que se les lleva a un sitio apartado para que descansen, se les da agua y se les cubre con sus mantas. Dos visiones contrapuestas en una controversia en la que resulta muy peligroso que una de las partes se crea con la razón absoluta frente a la otra. Y más, si cabe, cuando este debate está contaminado por el de la corrida de toros, donde sí se termina matando al animal, y en el que todavía nadie ha puesto sobre la mesa la necesidad de recuperar o no tradiciones quizás más nuestras y menos cruentas como la corrida vasco-landesa.