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Conmigo que no cuenten para ensalzar al Intruso


Quién le iba a decir a Diego López V de Haro que 706 años después de que la espichase todavía iba a haber humanos que le recordaran. Seguro que le extrañaría que gente del pueblo llano homenajeara a un señor feudal. El Intruso como se le apodó por adueñarse del señorío, que correspondía a su sobrina María Díaz de Haro, otorgó el título de villa a Bilbo. Al noble castellano lo cierto es que no debían tenerle mucha estima pues hasta 1890, con el bronce sobre mármol de Ereño que Mariano Benlliure esculpió, no hay noticia de homenaje alguno. En sus 126 años de existencia, 76 en la Circular, tras instalarse antes en las plazas Nueva y Santos Juanes, la figura del «fundador» ha pasado con más pena que gloria.

Fue con Ortuondo como alcalde cuando se dio realce a la procesión cívica y ofrenda floral ante la imagen, que mantuvo Azkuna, artífice de los fastos por el 700 aniversario de la fundación que hasta tuvo a Carlos Sobera como Don Diego de carne y hueso en una jornada bochornosa que solo de recordarla sudo. A la procesión, si no fueran obligados, no irían ni los maceros pero algunos en el Consistorio están empeñados en ensalzar al personaje, unos por lo que supone de adhesión a la Castilla imperial y otros para hacer caja con una historia que solo el papel la sujeta.

Este año, como cae en miércoles el día en que supuestamente se otorgó la carta puebla, el Ayuntamiento organiza la procesión el domingo 19 de junio y llama a acudir. Algunos, a quienes otorgan subvenciones o títulos, acudirán, conmigo que no cuenten para exaltar al Intruso.