El arquitecto de la sátira política contemporánea
Acaba de morir con noventa años el Gran Maestro Dario Fo, que era hijo de ferroviario, estudió Bellas Artes y Arquitectura, escribió, dirigió e interpretó centenares de obras de teatro con las que fue construyendo una de la trayectorias más importantes en el siglo XX en cuanto a su extensión y a su explícito compromiso político. Alguien capaz de darle vuelta a los géneros, que tanto marcan y condicionan por sus estructuras, y que lograba que sus obras, aprovechando esas mismas fórmulas, se pusieran siempre al servicio de las clases populares, que su posición ideológica, manifiestamente de izquierdas, prevaleciera tanto en su vida cotidiana, como en todo cuanto hacía.
Nos queda, sobre todo, su obra literaria, los textos dramáticos de todo formato, sus obras más conocidas y representadas, junto a otras que se escribieron y se hicieron para casos puntuales de agitación, dada su fecunda actividad política y también sus escritos teóricos, de formación, empezando por uno fundamental: “Tratado mínimo del actor”, donde fija algunas de las premisas para afrontar el tipo de teatro que proponía, proveniente en algunas de su formas de los clásicos populares, pero agitado por la mirada contemporánea, por el punto de vista político crítico, corrosivo en ocasiones, que con un humor no catártico configuraba una demoledora batería contra lo establecido en todas las jerarquías. Su labor de director queda más oculta, pero en los últimos años sus óperas han resultado siempre noticia por los escándalos que provocaban sus puestas en escena, que se inscribían en sus postulados estéticos más comprometidos y reconocibles.
Formó junto a la grandísima actriz Franca Rame una pareja mítica. Ella era la parte más combativa, más directa, la que le dotaba de la mirada global. Escribían a cuatro manos, dirigían, actuaban juntos. Algunos dicen que cuando murió Franca hace tres años, se apagó Fo, que la soledad le fue corroyendo el ánimo, aunque siguió con sus actividades, sus declaraciones dejaban traslucir esa fatiga que se agravaba al comprobar la situación política italiana.
Dario fue premiado con el Nobel de Literatura en 1997. Incredulidad, movimientos diplomáticos vaticanos para impedir ese reconocimiento a un hombre que nos deja un legado impresionante. Sus obras más emblemáticas se siguen representando constantemente en todo el mundo con montajes de toda categoría. En Euskal Herria han sido puestas en escena en diversas épocas y montajes, en español y en euskara. Algunas se mantuvieron durante años como grandes éxitos. “Muerte accidental de un anarquista” de Geroa y dirección de Antonio Malonda es un ejemplo. “Aquí no paga nadie” de Teatro Gasteiz hizo cuatrocientas cincuenta representaciones por todo el Estado español. Los monólogos para actrices que escribía con Franca Rame se siguen representando y son de rabiosa actualidad por sus denuncias. Hace años vino a ofrecer su “Misterio Bufo” en el Teatro Ayala de Bilbo, una representación grabada para ETB con realización de Ricard Reguant, pero parece que se ha perdido ese magnífico documento.